Por Alberto Percal
Vamos a terminar con el Episodio
de hoy el relato de lo acontecido antes del alzamiento civil que sucedió en el
Reino en 1591. Terminamos la serie y dejamos espacio para otros Episodios
aragoneses. Pero no hemos terminado de contarlo todo, continuaremos más
adelante.
Esta vez toca referirnos al pleito del Condado de Ribagorza, “…contienda que ensangrentó Aragón y le
dispuso á las alteraciones que después siguieron.”
El condado era estratégico,
grande por su extensión y hacía frontera con Francia y Catalunya. En él, había
17 villas y 216 lugares. El condado era de señorío y en él, “…había muchos
caballeros e infanzones…” La población principal era la villa de Benabarre,
cabeza del Estado.
Es importante saber que el Conde de Ribagorza D. Juan de Gurrea y Aragón se casó con la ya citada Doña Luisa Pacheco, muerta por el relato citado a manos del conde. (Los personajes áulicos y sus tramas en el siglo XVI). Era señora castellana y de la familia de los Chinchón. De este matrimonio nacieron D. Hernando de Aragón, Duque de Villahermosa y Conde de Ribagorza, y D. Francisco, Conde de Luna, quien escribió los “Comentarios sobre los sucesos de Aragón en los años de 1590 y 1591”, con la censura que estableció Felipe I de Aragón a todo aquel escrito.
Los de Ribagorza no eran vasallos
de signo servicio, “…sino feudatarios, con muchos privilegios, fueros y
exenciones…” A su vez, dentro de su organización, tenían “…magistrados de
elección popular, con medios eficaces que hacer que les guardasen sus derechos…”
Todo cumpliendo con las leyes generales del Reino.
El Condado no era provechoso para
la familia condal, le daba el prestigio, “…constituyéndola en la primera de
las ocho casas del reino de Aragón…”, pero los rendimientos que obtenían
eran de poco provecho. En cambio sí que era estratégico, “…el formar
frontera de un reino extraño y enemigo, el confinar con Bearne donde
prevalecían á la sazón los errores de la heregía luterana…” y con mayor
espanto veremos el deseo de la monarquía en “…incorporar á la Corona este
Estado”
Lo primero que se hizo es buscar
los orígenes y examinar los títulos para excusar el quitársela, y “…cuando
se desea una cosa fácilmente se encuentran…” Los letrados de la Corte
hallaron que “…el feudo había fenecido y que D. Martín de Aragón le poseía
sin derecho…” Felipe I empleó como argucia el usar de “…los usages,
constituciones y estilo de Cataluña…” y se envío una comisión al Baile
General de Aragón, Manuel Sessé, …para que fuese en persona á dicho condado
y tomar posesión de el en nombre de Su Majestad…”
El Conde acudió al tribunal del Justicia de Aragón, poniendo recurso de “aprensión”, se sustanció y se sentenció
“…á favor del Conde D. Martín en cuanto á la posesión, dejando su derecho á
salvo al Fisco y á los vasallos en cuanto á la propiedad.” Con esto, se
crearon las rivalidades en el Condado, los unos con la corte y pretensiones del
Fisco, y los otros a favor del Conde, con ello y como hemos citado, se “…presentaron
las sangrientas catástrofes…”
En este ambiente nada halagüeño,
se juntará el suceso de la Condesa Doña Luisa Pacheco y el Conde de Chinchón, que había sucedido a su padre como Tesorero General de la Corona de Aragón, “…que
le daba natural influencia sobre las cosas de aquel reino y su privanza con el
rey…”
El estado de las cosas pasó a las
armas y, en el Condado, los partidarios de unos y otros estuvieron largo tiempo,
más de diez años, y “…no se concibe cómo en el reinado de Felipe, tan celoso
de su autoridad… se toleró un escándalo semejante…” En esto también hay que
dejar por sentado con que consejos contó el monarca, y más teniendo al de
Chinchón, que “…toleraban y favorecían los intereses de los sediciosos…”
En esto murió el Conde en 1581, y le sucedió su hijo D. Hernando. Lo primero
que hizo es pedir al Virrey, “…la investidura y posesión del feudo de
Ribagorza…”, a lo que el Virrey hizo oídos sordos, probablemente
aleccionado por la Corte. Intentó enviar una embajada al rey, “…con cartas y
memoriales…” que no surgió ningún efecto. Lo volvió a intentar con su
hermano y nada. En ello que el Conde (Duque de Villahermosa) D. Hernando se
casó con Doña Juana Pernestán, dama favorita de la Emperatriz Doña María, viuda
del Emperador Maximiliano y hermana del rey, y con esto consiguió algún favor
en la corte. Consiguió con ello que llegasen al rey sus demandas “…separándose
del conducto habitual del Conde de Chinchón…” y se emitió nuevo informe a
través del Virrey que decía: “…nos parece que las cosas de aquella tierra
están en arto ruin estado, pues los Síndicos se han apoderado del gobierno,
jurisdicción y rentas…” De todos los informes que solicitó el rey “…resultaba
claro el derecho del Duque, los desmanes de sus vasallos y la necesidad de un
pronto remedio” La influencia en la corte parecía favorecer al de
Villahermosa, “…aunque siempre pesaba sobre él la poderosa enemiga del Conde
de Chinchón…”
El rey determinó por último dar
posesión al Conde, y ello se hizo en las Cortes de Monzón de 1585.
Con ello salió, en 1586 de
Zaragoza, para el Condado el Duque y el Baile General para tomar posesión. El Duque
se quedó en Barbastro y hasta Benabarre llegó el Baile, encontrando la villa “…alborotada
y puesta en armas y ocupada tumultuosamente por la gente de Juan de Ager…”
Tenía Juan de Ager poca o ninguna
intención de respetar la autoridad real. Tuvo que salir el Baile temiendo por
su vida, y en su carta al rey describió lo sucedido. Gran desacato a su
autoridad habían cometido y por tal serían castigados, o al menos eso creían,
ya que “…nadie daba crédito á lo que Juan de Ager y sus parciales propalaban
de que ellos obraban así con instrucciones secretas de la corte…” De los
informes que de nuevo solicitó el rey, hubo uno que ponía la cabeza de Juan de
Ager condenándolo a muerte, pero no “agradó este consejo á la corte,
conocidamente inclinada á la causa de los sublevados…”
Los de Ribagorza enviaban con
frecuencia personas a la Corte. Esta demostración hacía pensar que eran
favorecidos por la misma Corte y “…de que se habían rebelado á los mandatos
reales, eran por instrucciones secretas del Conde de Chinchón, movido del odio
que profesaba á la casa de Villahermosa” No solo opinaba el Conde de
Luna sobre los hechos si no que también lo hacía D. Francisco Gelabert en “…la
Relación que escribió de estos sucesos”
La Corte no resolvía nada, ni los
desacatos, ni los graves incidentes, ni castigos a los sublevados. No tomaron en
más de año y medio ninguna determinación, ni para cumplir lo acordado en
Monzón.
La intromisión del de Chinchón en
lo relatado y en lo que estaba por venir fue inaudita. Se hallaron cartas con
instrucciones de mantener las alteraciones, disturbios y agravios, se fomentaba
la desobediencia, se intentó acusar al Duque de luterano entre otras, “…pidiendo
muy secretamente informes… que descendía por hembras de raza judáica…”
Fomentó nuevas rebeliones. Para ello, se hizo servir de bandoleros, que los
“contrataba” en Catalunya, como Miñón de
Montallar. Hacían incursiones, saqueaban, mataban, quemaban, violaban,… y
volvían a la frontera para resguardase en Catalunya. Hasta el conocido Lupercio
Latrás estuvo en sus “nóminas”. Empleó también para su objetivo de crear el
peor ambiente posible los elementos de confusión, como el hecho de que si su
objetivo era claro, engañaba a quien fuese usando el nombre del rey cuando le
parecía oportuno, caso el de Antonio Martón, que fue un compañero del bandolero
Lupercio Latrás y que estaba acusado de la muerte de moriscos, siendo detenido
y apresado. Estaba pendiente de juicio y se le convenció a través de una carta
con “…ordenes que tenía de la Corte… que ordenaba nos se le quitase la vida
á Martón…” Con aquello, se le persuadió de que no se acogiese a la
Manifestación y lo hizo con la visita a la cárcel del arzobispo de Zaragoza,
D. Andrés Bobadilla, hermano del Conde de Chinchón. Renunció Martón y fue
llevado a la cárcel real. Fue sacado al tiempo y ejecutado junto al Ebro. Hasta
el infeliz arzobispo se sintió mal y acudió a su viuda a prestarle auxilio
económico. La repercusión que este hecho tuvo en todo el Reino fue un “estampido” y más siendo que el ejecutor había sido mano del Privilegio de los Veinte, tan
odiado en Zaragoza. Como vemos, la mano del de Chinchón era muy larga y trágica.
Llegó el de Chinchón hasta a ser
juzgado ya en tiempos de Felipe II de Aragón, pero “…la acusación judicial
dirigida contra este Ministro... no produjo resultados por la falta de
pruebas…”
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