Por Alberto Percal
La política de los Reyes venía fomentando “…los matrimonios de la nobleza aragonesa en Castilla”. Esto, aun siendo cierto y con el objetivo de estrechar la unión, no fue del todo efectivo.
Había en la Corte dos corrientes,
por así llamarlas, la del Príncipe de Éboli (Ebolistas) y la del Duque de Alba
(Albistas), dos bandos que se disputaban el poder en los Consejos. En ellas
estaban posicionadas tanto la familia de los Villahermosa como la de los de
Chinchón. En el periodo de la historia que abarcamos cambió su denominación de Ebolistas
a papistas o romanistas, y los Albistas a denominarse hispanistas o
castellanistas. En esta segunda estaba encuadrado el Conde de Chinchón,
ocupando un lugar preeminente del partido castellanista.
Uno de los consejeros del Rey a partir de 1593 lo fue D. Diego Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, será este personaje del que trataremos, ya que se halla en su figura la mayor premeditación en los hechos que sufrió el Reino de Aragón aquellos años. El de Chinchón era Tesorero General de la Corona de Aragón en los años que trataremos y su premio ante tales maquinaciones fue el ir ascendiendo a diversos cargos áulicos.
Con ocasión de los pleitos de Ariza, de Monclus, de Ayerbe, de Teruel, de Albarracín, de Ribagorza, y el del Virrey Extranjero, se interponía en ellos la visión áulica que iría menoscabando el poder propio de Aragón en buscar solución a sus propios problemas.
Será cuando aparezca en escena la
“…violenta muerte de Doña Luisa Pacheco,
condesa de Ribagorza, atribuida a su marido, primogénito del Duque de
Villahermosa”
En la política de casamientos que
hemos citado, hubo la de D. Juan de Aragón, Conde de Ribagorza (Hijo primogénito
del Duque de Villahermosa, una de las ocho principales casas de nobles de
Aragón) “Casó D. Juan, por los años de
1564, con la mencionada Dª Luisa Pacheco, y se fueron a residir a Toledo”.
Parece ser que la señora tenía afición por un anterior amante antes de su
matrimonio, D. Pedro de Silva, caballero principal de Toledo. Los rumores
crecían y el malestar del Conde también. Intervinieron parientes como el
Marqués de Villena, “…aconsejando á su
cuñado que se fuese a vivir á Aragón y se llevase a su mujer” En el viaje a
Aragón de la Condesa, se enteraron los criados de sus pasiones y, llegando a
oídos del Conde, “…este se hubo de enterar
cuanto pasaba con la amargura y la indignación que es de suponer”
Llegando a Los Fayos, ya dentro
de Aragón, donde el Conde tenía un palacio, murió ella sin saberse que ocurrió y, sin más detalles, ciertos que los comentarios supuestos del relator Marqués de
Pidal, “…cesó de existir suponiéndose
generalmente que á manos del mismo Conde y de sus criados”
Ocurrido este hecho, los
parientes de la condesa pensaron en la venganza de aquel agravio, y de ellos
sería “…el Conde de Chinchón que hizo
suya la ofensa y el cuidado de vengarla…”
El Conde huyó temiéndose lo peor,
y pasó a Italia queriendo llegar a Ferrara cerca de Bolonia, pero en su huida
atravesó Milán, y allí fue hecho prisionero y lo llevaron a Castilla.
El Conde, obligado a defenderse, pintó a la Condesa “…su liviandad y
abandono con colores vivísimos”. Esto irritó más a sus hermanos, los Condes
de Chinchón, y “…los llevó á promover
contra él nuevas é infamantes acusaciones”. Influenciado el proceso por sus
enemigos, el Conde fue sentenciado a muerte, “…le dieron públicamente garrote en la plaza de Torrejón de Velasco…”, sus criados fueron llevados a Madrid y allí “…fueron quemados”
Los odios de las dos familias se
enconaron, y en eso iremos desgranando cómo el de Chinchón manipuló, tergiversó
y provocó los acontecimientos trágicos de 1591. Y en ello, no solo hicieron
mención los historiadores de la época y posteriores, sino que el mismo Marqués
de Pidal piensa “…que no parece carecer
de fundamento” y añade “…ó fuese que
Felipe II se dejase llevar, sin advertirlo, de las sugestiones del de Chinchon,
ó que se valiese de ese mismo odio como de instrumento seguro de los fines que
se proponía”
A colación de lo relatado creemos
de mucha importancia recordar lo ya mencionado en otro Episodio (La ocupación de Aragón en 1591 y sus consecuencias), y es la carta
de D. Francisco de Bobadilla al Conde de Chinchón un 5 de noviembre de 1591,
que cita textualmente: “…parte de la
población que es el Varrio de los labradores mas culpados,… y pasar luego con
este Exercito a ocupar las montañas y fortificarlas, y echo esto, bolver a
Zaragoza, y asentar este Reino al de
leyes de Castilla…” (1)
Son más que evidentes las intenciones
de la familia y partido de los Chinchón-Bobadilla y los planes premeditados
que iremos relatando.
(1) La
Aljafería Filipina. Los años del hierro. Pedro I. Sobradiel.
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