ENTENDER EL ALZAMIENTO CIVIL DE 1591 (V): LOS ANTECEDENTES A LA TOMA DE POSICIÓN DEL PARTIDO CASTELLANISTA EN EL ARAGÓN DEL SIGLO XVI
Por Alberto Percal
Del anterior Episodio de esta serie (Entender el alzamiento civil de 1591 IV: Los personajes áulicos y sus tramas en el siglo xvi), ya dejábamos entrever que el partido castellanista en el siglo XVI ya se las tomaba contra Aragón, pero los orígenes son más remotos. Si bien no es este el propósito para extendernos hasta la Edad Media en el relato, sí contar cómo en el pleito de Ariza y Monclús tuvo que ver su señor, de origen castellano que, dada su naturaleza y costumbre quiso, hacer del vasallaje el motivo para la discordia.
La villa de Ariza y aldeas de su
dependencia están situada en los límites con Castilla. De una de esas
aldeas, Monreal era originario Antonio Pérez (1).
El estado de Ariza pertenecía a
la Corona hasta que, en tiempos de Pedro IV (el Ceremonioso) pasó a manos de un
caballero catalán, D. Gillén de Palafox, por un trueque que hizo el Rey por
el castillo de Palafols en el Ampurdán y un dinero para financiar la toma de
Sicilia. Pasando el estado de Ariza de jurisdicción real a señorío y mientras allí tuvieron de señor a D. Gillén de Palafox, nada cambió sin notable
alteración. Una vez que la línea de varón se extinguió, pasó a ser dueño y señor
D. Rodrigo Rebolledo, natural de Castrojeriz en Castilla. Los hijos de éste siguieron
llamándose Palafox y el hijo de D. Rodrigo Rebolledo escribió una carta
al Rey. En ese tiempo comenzaron “…los pleitos y disturbios…”
Los vasallos alegaban contra su
Señor, “…que ellos eran solo vasallos feudatarios y no de signo servicio y
que por lo mismo los derechos del señor sobre ellos no eran en ningún caso tan
absolutos como pretendía…” Y también alegaban los vasallos “…que la
enagenación de Ariza había sido nula, porque no podía ser enagenada de la
Corona Real por ser parte principal del Reino de Aragón…” Por su parte, el
hijo de Rodrigo Rebolledo, llamado como su antepasado D. Guillen de Palafox, exponía los suyos al pleito, defendiendo sus derechos feudatarios.
Mientras estos pleitos se desarrollaban
en los tribunales y se inquietaban los vasallos, el señor, usando de su absoluta
prerrogativa, “…ahorcó e hizo azotar a varios de ellos…” Intervino el Rey
Fernando II y abocó así la resolución del Pleito, dando potestad al señor sobre
sus vasallos y cediendo en parte a favor de estos. Con ello quedo quieto el
lugar durante unos años, hasta que otro descendiente de D. Rodrigo volvió de nuevo
a poner pleito para intentar recuperar “…de los que gozaban en aquel reino
los señores de vasallos…” Con el devenir de los años, incluida la muerte
del señor de un arcabuzazo, se sucedió una represión que llevó a la quema del
lugar de Monreal y ejemplares castigos contra la población. Así se fueron
sucediendo los hechos, cada vez más enconados, y esta vez quienes alentaban de
nuevo el pleito eran “…el Fisco y los ministros reales…” Todo terminó
dando la razón al señor en las Cortes de Monzón de 1585.
Se sucedió al mismo tiempo otro
pleito, el de Monclús. Esta baronía, situada en las montañas de Sobrarbe y compuesta de siete lugares, era perteneciente a la Corona. Llegaron a poder
del mismo D. Rodrigo Rebolledo en 1465, por la venta que de ellos
hizo Juan II de Aragón. Allí se pleiteó también por la pertenencia y
propiedades y hasta 1519 se sucedieron episodios de armas, y no sin intervenir
los reyes de turno al hecho de conminar a los vasallos a la obediencia de su
señor. Ni con esas lo consiguieron, las armas fueron una y otra vez la
solución, y en esas que llegamos a 1585 a las Cortes de Monzón, donde se dio por
terminado el pleito, dando la condición de tierras de realengo a los de Monclús
y pagando al señor y a sus descendientes una suma de dinero a cambio.
En Aragón hubo otros pleitos ya
de lejos y en esa coyuntura querían dar solución también los de Ayerbe a los
suyos. Para este favor “Ayudaba esta pretensión de los vasallos el
Procurador Fiscal…” haciendo suya la defensa y consiguiendo de la Corte del
Justicia sentencia favorable para declarar “…pertenecer á la Corona Real la
baronía.” En ello su señor D. Hugo de Urriés, no satisfecho, denunció a tres
de los jueces, como se procedía en Aragón “…denunciación…queja criminal… por
infractores de los fueros.”
Se sustanció tal recurso y para
ello se juntaron los 17 “judicantes” y en asamblea se hizo el escrutinio de los
votos, saliendo a favor de D. Hugo por un voto y condenaron a los tres jueces ó
lugartenientes denunciados. En ello, se levantó uno de los 17 y manifestó “…que
no había entendido se votaba sobre la condenación ó absolución de los jueces
denunciados…” Con ello y estando algunos en favor de repetir la votación se
pospuso al día siguiente hacerla de nuevo.
Se supo luego lo que había
ocurrido y no gusto al pueblo, ya que contravenía los fueros. Se convocó “…a
la cofradía de caballeros é hidalgos”, se preparó la segunda votación, no sin
alboroto, al ver salir de los 17 judicantes a uno “…presuroso… que era
eclesiástico, muy demudado” La multitud se dirigió hacia la Diputación
donde estaban reunidos los judicantes, y “…desenvainando las espadas se
precipitaron en tropel hacia la puerta…” Llegó a oídos del Gobernador de
Aragón y marchó presto. Viendo muchas espadas desenvainadas, “…sacaron
también las suyas y el Gobernador tiró muchas cuchilladas apartando la gente…”
Sosegado el alboroto y pudiendo votar los 17, salieron absueltos los tres jueces
demandados por D. Hugo. Y estando los diputados del Reino en desacuerdo, por no
considerar válida esa segunda votación y apoyados “…por los abogados del
reino…”, privaron de sus cargos a los tres lugartenientes y “…les
quitaron el salario y no los admitieron á prestar el juramento que hacían cada
mes de guardar los fueros” Para dar salida a la situación, los tres
tenientes interesados obtuvieron Firma ante el Justicia para ser mantenidos y
conservados sus oficios y los Diputados obedecieron la Firma. D. Hugo, perteneciente a la Orden de Santiago, fue llamado a Madrid para explicar la
conducta del día del alboroto en las puertas de la Diputación. Los demás
caballeros, no pudiendo ser sacados del Reino, lo hicieron en proceso en
Zaragoza con arreglo a los Fueros. D. Hugo no solo fue absuelto, “sino que
en la corte supo granjearse la gracia y favor del Rey”. Los demás
caballeros seguían presos en Zaragoza.
Comentarios
Publicar un comentario