Por Alberto Percal
Ya se ha mencionado en otros Episodios Aragoneses (La invención de España. De Castilla nace España.) que la construcción del Estado español comenzó en el siglo XIX y duró más de 100 años en consolidarse, militarmente, eso sí. Y nació de Castilla, tras los Decretos de Conquista que se sucedieron en los países de la Corona de Aragón. En ese tiempo, teniendo a Europa como espejo, surge la clara intención de formar el Estado y darle carácter nacional. Para ello había que inventarlo, ya que no había existido antes en la historia, y de ella se alimentó (de la historia) adaptándola en lo necesario a esa construcción nacional, cimentada en Castilla.
Paralelamente a las estructuras de Estado, había que construir también la Nación, desde la definición moderna que la une y la relaciona. Una nación lo más uniforme posible, basada principalmente en Castilla, su lengua, su historia, su simbología, su cultura al fin y al cabo. No fue un proceso sencillo y hubo que definir una identidad o mentalidad nacional colectiva de índole cultural.
En 1835 se fundó el Ateneo de Madrid, “...como sociedad privada, patriótica y literaria.” Nació antes, en 1820, pero no será hasta 1835 cuando quede definitivamente “legalizado” bajo el reinado de Isabel II. Los propósitos del Ateneo eran claros: “...dentro del marco de un Estado Liberal que depende de la educación e instrucción de los gobernados y de la acción político-cultural de los ciudadanos.”
Tuvo una primera etapa
hasta 1868, se organizó en Cátedras y Secciones, donde “...se ofrecía el
estudio o debate de problemas concretos.” Venían a ser asuntos relacionados con
la burguesía mercantil, y controlados por los moderados que abrazaban un Estado
centralizado y burocrático. En 1843 se creó la cátedra de historia, a través de
la cual, se proyectó la doctrina necesaria que debía conocer el pueblo.
En la segunda etapa, que ya durará hasta el siglo XX, es donde en 1885, una figura que llegará a Presidente del Gobierno, Segismundo Moret, da conferencias sobre historia de España, aplicando “..,.la sociología… como fundamento más sólido a nuestra comprensión histórica…”, y así “...determinar la manera de entender la historia de España y luego a la esencia del nacionalismo español.” Serán cuestiones historiográficas que cimenten el espíritu nacional, como hemos citado.
De esta institución liberal nacerá un pensamiento puesto en práctica con “...la idea de renovar España. Es decir, tenían espíritu patriótico, con la idea de renovar España a través de la educación, mientras que existía dentro de la institución, al mismo tiempo, un afán de colonización de España.”
Un aspecto importante a tener en cuenta será el “...papel destacado en la invención de la cultura castellana-céntrica…”. Y nacerán bajo la tutela de Manuel Bartolomé Cossío “...las excursiones escolares, originadas en 1881, ...y que pronto se multiplicaron…”
LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL EN ESPAÑA (1854-1902)
En algunos Episodios Aragoneses (La invención de España. De Castilla nace España), ya hemos visto las intenciones áulicas, dictadas por los reyes de turno. Eso ya nos da suficientes pistas para entender el pensamiento y objetivos que traza el hilo histórico decimonónico y que tiene que asimilar el colectivo para ser nacional, y que tempranamente desde la Edad Media ya se venía definiendo. “El tema del carácter o psicología de los españoles se puede trazar desde la Edad Media”(1)
Cuando hablamos de españoles, evidentemente hacemos referencia a los castellanos, y desde “la guerra entre pedristas y trastámaras (1367-1388), planeaba la restitución de la unidad española, fundada en la prosperidad y vitalidad política de Castilla”, que no económica, y no hay que confundirlas. La curva de devaluación de la moneda castellana batió récords nunca vistos en Europa en el periodo que va desde 1310 a 1478, devaluándose 65 veces el valor inicial. (2) Solo se rompió esta devaluación con la explotación abusiva que harán de las colonias en América, tomada la decisión “familiar y política” de dejarles las tierras en patrimonio a los castellanos, como viene reflejado en el testamento de Isabel I de Castilla.
La dimensión nacionalista se alcanzará dentro del Estado liberal con una sensibilidad romántica, “en el que el pueblo llega a ser sujeto político activo”. Los Habsburgo y Borbones no serán figuras nacionales, se hará un énfasis en la denominada Reconquista. Se nombrarán también “alborotos populares frente a la autoridad reinante”, dado el carácter liberal que se impregnará en los relatos. Las Germanías, los Comuneros serán ejemplos contra el poder establecido. La historiografía liberal llegará a culpar a la monarquía de la decadencia de la “Nación”. (3)
El mismo Cánovas reconocerá
como tesis principal el terminar con el mito de “la unificación de España por los Reyes Católicos”. De hecho la
decadencia era debida a “que los Reyes
Católicos nunca lograron la unificación y centralización de España”, en
cambio dentro de su concepción liberal y “conservadora” española (Creó el
Partido Liberal-Conservador en 1874) criticaba sin sentido que “nunca se concedió a Castilla bastante
libertad o autonomía, y a Aragón y Cataluña demasiada”. Como si esos
territorios tuvieran en lo universal un nexo de unión político perpetuo en la Edad Media y Moderna. Para la concepción inventada de la historia había que
exponerlo así, había que romper mitos. Pero, por otro lado, se tenía que dar un
carácter “nacional” y social a la historia.
RESULTADOS
Una de las nociones que debemos conocer en cualquier análisis social en la España del XIX es el nivel cultural de su población, el analfabetismo llegaba a cotas del 80% a finales de siglo, y como cita Inman Fox (4): “...la verdad es que España llegó tarde a la socialización o <nacionalización> del pueblo. No se estableció, por ejemplo, un sistema nacional de escolarización pública hasta la segunda mitad del siglo (y aun entonces era poco eficaz); y el servicio militar no fue universal hasta 1911. En cuanto a símbolos, no existió una bandera nacional hasta 1843, ni un himno nacional hasta el siglo XX, y casi no había monumentos nacionales…”
La bandera “nacional” llevaba en sus orígenes (siglo XVIII) y hasta 1931, la heráldica castellana empleada principalmente por el Ejército. Difícilmente se puede identificar con todos los territorios, si no se admite con rotundidad su asimilación a lo castellano. Si se quiere romper, hay que ir a Amadeo I (1871-1873), rey constitucional que incorporó al escudo las barras de Aragón y las cadenas de Navarra, atendiendo a las protestas de intelectuales como Joaquín Costa, por ejemplo. A pesar de eso, en 1873 la Primera República haría aparición y con ella el Cantonalismo, que pretendía construir el Estado de abajo a arriba y no como se venía haciendo por la burguesía.
Será en 1883 cuando salga a la luz el proyecto de Constitución Federal del Estado Aragonés. Su artículo I dice asi: “La región aragonesa es uno de los Estados soberanos de la Federación española”. Y el artículo 46: “El Estado aragonés sostiene una fuerza militar permanente, constituida por voluntarios,…”, regulada por el Congreso y bajo tutela del Estado, abierta a la reciprocidad y confianza que se deben los socios federados y no impuestas con carácter intimidatorio.
Por eso, no podemos dejar
cerrado este asunto en el siglo XIX y bien debemos de terminar el análisis de
construcción nacional, ya entrados en siglo XX. Entre los edificios públicos
ubicados en Madrid se continúa manteniendo la heráldica castellana. Aunque se
podría haber modificado, no se hizo. En Zaragoza se retiraron escudos de armas
de Aragón en el siglo XIX, todo para complacer a la Reina.
Es evidente, por lo que hoy conocemos, que beber solo de fuentes decimonónicas no trae nada más que errores historicistas. Apenas se investigó y esas fuentes son carentes de muchos datos, e interesadas políticamente en la construcción nacional española, a pesar de que algunos autores ya desmitificaban o corregían antiguos conceptos erróneos. Los relatos de entonces no se pueden tomar hoy como rigurosos, más bien como fuentes extemporáneas.
(1) Julio Caro Baroja “El
mito del carácter nacional (1970)”
(2) Peter Spufford
“Dinero y moneda en la Europa medieval (1991)”
(3) Antonio Cánovas del
Castillo “Historia de la decadencia de España… Felipe
III al trono hasta la muerte de Carlos II (1854-1888) varias ediciones con
nueva información consultados los archivos”
(4) Inman Fox “La
Invención de España (1997)”
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