Por Víctor Longares Abaiz
UN MONUMENTO PARA LANUZA
Como
vimos en un artículo anterior (El mito de Lanuza), la figura de Juan de Lanuza representaba los
valores del estado moderno que querían construir los políticos liberales. Su figura
se empleó para atacar a los conservadores, los reaccionarios, los carlistas, la
Iglesia y, también, el reinado corrupto de Isabel II.
En Aragón, a esta reivindicación liberal española se añadía la defensa de las instituciones perdidas tras los Decretos de Nueva Planta. Esto llevó a idealizar la figura del Justicia de Aragón y mostrar un interés creciente por los Fueros. Las reivindicaciones regionalistas se veían representadas en la figura de Juan de Lanuza y su enfrentamiento con el rey. Por eso, en 1863, surge la idea, por primera vez, de erigir un monumento al malogrado Justicia, recaudándose 2.500 pesetas en una suscripción popular.
En 1880, tuvo lugar el primer congreso de jurisconsultos aragoneses, que buscaban poner las bases para una futura codificación del derecho civil aragonés. Una de las primeras reivindicaciones regionalistas aragonesas capaz de aglutinar a representantes de las diferentes fuerzas políticas (desde republicanos federales a tradicionalistas, pasando por miembros de los dos grandes partidos dinásticos) fue el derecho foral. En ese contexto, en noviembre de ese mismo año, se recuperó en el pleno del consejo municipal la idea de erigir una estatua en honor de Juan de Lanuza.
En 1886, la Diputación de Zaragoza convocó un concurso arquitectónico, para erigir un monumento que honrase la memoria histórica del Justiciazgo aragonés. La erección de este monumento serviría para relacionar la lucha por el mantenimiento del derecho foral aragonés con el deseo de fortalecer el orgullo regional. El proyecto ganador fue el de Félix Navarro, quien expuso en su borrador que “Sin ideal de justicia no se concibe la sociedad humana”. Inteligentemente usaba la palabra “justicia” en lugar de “libertad”, intentando evitar polémicas con los conservadores. Así, en la inscripción de la estatua pondría Justicia, ley suprema.
El 10 de octubre de 1888, se reunieron, en la sala de sesiones de la Diputación, miembros de todo el espectro sociopolítico aragonés, lo que demostraba que el mito de Lanuza había perdido su carácter de símbolo radical-liberal para convertirse en símbolo de la identidad aragonesa.
Para financiar el proyecto, se contaba con las 2.500 pesetas recaudadas en 1863. Sin embargo, el monumento se había presupuestado en 100.000 pesetas. Por eso, se convocó otra suscripción pública, que se abrió en diciembre de 1889. Entre 1890 y 1892, se fundió en Averly la estatua de Lanuza. Pero, con las suscripciones públicas solo se habían recaudado 20.600 pesetas. Por eso, en 1893, hubo que realizar otra suscripción pública, que se dirigió a todo el estado español, apelando a la solidaridad del resto de España. Sin embargo, solo cinco ayuntamientos se mostraron favorables a colaborar, siendo apreciable la generosa ayuda del ayuntamiento de Barcelona, que donó 2.500 pesetas.
RECUPERACIÓN DEL JUSTICIAZGO
Durante
el franquismo, la figura de Lanuza fue distorsionada por la ideología
imperante, quedando solo como un ejemplo del apego de los aragoneses a la ley o
de la valentía aragonesa (española más bien), utilizando también al héroe castellano
Padilla. Quedó pues relegada toda reivindicación aragonesista y toda
identificación de Lanuza con un posible regionalismo-nacionalismo aragonés.
Con la llegada de la democracia, Lanuza vuelve a ser recuperado por el incipiente aragonesismo. Revistas como Andalán o partidos políticos como el PAR o el PSA vuelven a emplear su recuerdo y su lucha como símbolo de unión de los aragoneses para luchar por el autogobierno. Lo mismo sucede por parte de Chunta Aragonesista, nacida en 1986.
El éxito entre los aragoneses de la figura de Lanuza lleva al resto de partidos políticos a unirse a la defensa de la memoria del Justiciazgo, algo que llevará a la reaparición de la figura del Justicia, en 1982, en el Estatuto de Autonomía. El primer Justicia de Aragón fue designado en el Salón de Obispos del Palacio Episcopal de Tarazona, en diciembre de 1987, siendo elegido Emilio Gastón Sanz, quien juró el cargo ante las Cortes frente a la arqueta que contenía los restos óseos de Juan de Lanuza. Este acto estaba cargado de simbolismo, tanto por realizarse en el mes en que fue ejecutado Lanuza como por reunirse las Cortes en el mismo lugar en que Felipe II acabó con las atribuciones del Justicia que le hacían ser un contrapoder al rey.
RECORDANDO A LANUZA
Juan
de Lanuza no solo recupera el recuerdo que tuvo entre los aragonesistas antes
de la guerra civil, sino que este aumenta. Su nombre es utilizado para nombrar
calles o plazas en diferentes lugares de Aragón, un colegio zaragozano o una
asociación de vecinos (Asociación Vecinal Lanuza – Casco Viejo). En 1991 (400º
aniversario de la ejecución de Lanuza), se coloca una placa en un lateral del
Mercado Central de Zaragoza, en el lugar del suceso. A comienzos del siglo XXI,
en el barrio de La Almozara, por iniciativa de Chunta Aragonesista, se le coloca a una calle el nombre de Veinte de diciembre
(día de la ejecución de Lanuza).
20 DE DICIEMBRE: DÍA DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES NACIONALES DE ARAGÓN
El
siglo XXI supone la aparición de grupos políticos soberanistas (Chobenalla
Aragonesista, Unibersidá, Purna, Puyalón de Cuchas, Chobentú, Rasmia…). Estos colectivos crearon otro tipo
de celebración para los 20 de diciembre, convirtiéndolo en un día de
reivindicación soberanista. Así, le dieron el nombre de Día de los Derechos y Libertades
Nacionales de Aragón. A este acto se añadieron, algunos años, partidos
políticos como Estau Aragonés o Tierra Aragonesa, sindicatos como SOA, CATA o
CUT y asociaciones culturales como Rebellar.
Charla sobre Lanuza organizada por Finestra Batalera en 2009.
Purna, Puyalón de Cuchas y Rasmia realizaron una ruta guiada en 2018. Aragón Despierta lo hizo en 2019.
El soberanismo aragonés empezó a hacer visible la crítica al homenaje del Ejército Español a Lanuza, por considerarlo heredero del que invadió Aragón en 1591 y detuvo al Justicia. Los ánimos se encienden más cuando el Ayuntamiento de Zaragoza decide colocar detrás de la estatua de Lanuza, en 2008, una gran bandera de España regalada a la ciudad por el Ejército. Por eso, todo el aragonesismo de izquierdas realiza sendas manifestaciones en 2008 y 2009, con el lema ESPANOLYA, AU D´ASTÍ (Española, fuera de aquí).
Retirada la bandera y sustituida por una bandera aragonesa, la experiencia de un acto reivindicativo nacionalista vuelve a repetirse, con diferentes lemas, tras los que estaban los distintos colectivos aragonesistas de izquierdas que, además de este acto, participaban en actos organizados por cada grupo. No todos los años se consigue la unidad buscada, pero se continúan realizando actos, siempre con alguna reivindicación concreta. Para ello, se han creado plataformas (En A Tuya Man en 2014 y 2015) o las manifestaciones parten de la iniciativa de algún colectivo concreto al que se añaden otros (Por un Aragón Libre, a iniciativa de Rebellar, en 2016 o el acto en Defensa de los Derechos Históricos de los aragoneses, a iniciativa de Rasmia, en 2019).
El Salón del Cómic de Zaragoza publica todos los años el Tebeíco del Salón, un ejemplar que se entrega a los asistentes al adquirir la entrada y en el que colaboran los dibujantes aragoneses. En el XVIII Salón de 2019, se propuso a los dibujantes utilizar la imagen de Zaragoza para sus dibujos. El dibujante zaragozano Gonzalo Royo (@gonzonestudio) utilizó la estatua de Juan de Lanuza para una visión apocalíptica del futuro de la ciudad, con un reconocible guiño cinematográfico. ¿Se trata de una visión premonitoria? ¿Qué futuro le espera a la memoria de Lanuza? ¿Y a las reivindicaciones aragonesistas?
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