EL MITO DE LANUZA EN EUROPA Y AMÉRICA

Por Víctor Longares Abaiz


EL MITO DE LAS LIBERTADES ARAGONESAS

Si hay algo que más ha marcado siempre la historia de Aragón y sobre lo que más se ha escrito, no ha sido sobre los reyes, sino sobre el control del poder real. En Aragón, el Rey estaba obligado a respetar y cumplir los Fueros, pudiendo ser destituido si no lo hacía. Para ello existían las Cortes, mucho más poderosas que otros órganos similares en otros reinos y el Justicia, auténtico contrapoder ante el que se podía recurrir si el Rey cometía un contrafuero.

Este control al que se veía sometido el Rey se expresaba en el juramento que el Justicia le tomaba cuando era coronado: “Nos, que somos y valemos tanto como vos, pero juntos más que vos, os hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no”.

Durante el reinado de Felipe II de Castilla (I en Aragón), las instituciones aragonesas se vieron sometidas a un tremendo acoso por parte del monarca, que acabó decapitando al Justicia y limitando los poderes de este y de las Cortes, tal como ya explicamos en un episodio anterior (El alzamiento aragonés en 1591 contra Felipe II). Por eso, el historiador Jerónimo Blancas vio necesaria la mitificación de estas singularidades del Reino de Aragón y, obviando que su existencia había sido el resultado de un proceso histórico que les acabaría dando forma en el siglo XIII, recurrió a una explicación mucho más heroica y ancestral.

El Justicia de Aragón, Juan de Lanuza, fue decapitado en 1591, por orden de Felipe II  de Castilla.

Según Blancas, los Fueros tendrían su origen en la resistencia de los cristianos del Sobrarbe. El Cronista Mayor del Reino recurre a una explicación mítica en la que 12 notables eligen a un caudillo que los llevará a la victoria. En su relato, inserta también hechos milagrosos como el episodio de la cruz sobre la carrasca.


EL MITO SE EXTIENDE POR EUROPA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

No sabemos la repercusión que hubiera tenido el mito creado por Jerónimo Blancas, en el caso de que no hubieran sucedido la Rebelión Aragonesa, la decapitación de Juan de Lanuza y la huida de Antonio Pérez buscando ayuda en Europa.

El Rey Felipe II de Castilla tenía bastantes enemigos, que aprovecharon la situación para criticar su reinado, cada vez más absolutista. Por eso, en Francia especialmente, se presentaron los hechos como símbolo de la maldad de un Rey (Felipe II) que acababa con las libertades de un pueblo (Aragón). Así, durante las guerras de religión del siglo XVI, el ejemplo de la historia de Juan de Lanuza sirvió a los calvinistas para argumentar la superioridad de la Ley por encima del Rey y de la voluntad de un pueblo sobre la tiranía del monarca.

Enseguida llegó el mito a los protestantes holandeses, que pretendían quitarse de encima el yugo del monarca castellano. Baruch Spinoza (1632 – 1677) recurría nuevamente a Aragón para defender la libertad de las Provincias Unidas.

El mito aragonés pasó también a Inglaterra. En 1649, la rebelión de Oliver Cromwell (1599 – 1658) llevó a la decapitación del Rey Carlos I y la instauración de la república. El nuevo gobernante buscó una justificación a su poder y la encontró en la historia de Aragón. Así, Cromwell defendía que, al igual que sucedía en Aragón siglos atrás, el gobierno debía erigirse sobre la base de leyes que juzguen por igual a todos y por la voluntad de una asamblea representativa del pueblo. Empezó, de esta manera, a ser utilizado el mito aragonés para inspirar a los primeros teóricos del republicanismo.

Oliver Cromwell convirtió a Inglaterra en una República, que gobernó entre 1649 y 1658.

 

LOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XVIII SE MIRAN EN EL ESPEJO ARAGONÉS

No es difícil imaginar que esta idealización del pasado de Aragón llegó a los intelectuales de la Ilustración. Un ejemplo es Voltaire (1694 – 1778), quien ponderaba la “notoriedad del juramento de los aragoneses”. Se produjeron encendidos debates en torno a la separación de poderes, la representación política y la limitación de gobierno por medio de una constitución escrita, trayendo continuamente a colación el ejemplo aragonés.

De este modo, el inglés Marchamont Nedham (1620 – 1678), propugnaba, en su The Excellencie of a Free-State, una única cámara representativa del pueblo, investida de todos los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales. En sus argumentos citaba al antiguo Reino de Aragón, como el ejemplo que se debía seguir.

En una clara crítica a la monarquía, Jacques Vincent Delacroix (1743 – 1832) juzgaba que la figura del Justicia de Aragón se convirtió en caduca y decadente a partir del siglo XV, al convertirse el cargo en vitalicio, ya que colocaba a la persona por encima de la Ley.

Las instituciones privativas del antiguo Reino de Aragón se habían mitificado e idealizado de tal modo, que servían para defender tesis que eran ajenas a la realidad medieval aragonesa. Así, el Justicia era citado para defender la separación de poderes, las Cortes para sustentar tesis republicanas o los Fueros para reclamar que todos los hombres eran iguales ante la ley. Incluso en la Convención de Filadelfia, reunida en 1787 para redactar la Constitución de Estados Unidos, se citaron las leyes aragonesas como modelo de protección de las libertades individuales. Esto se debe a que algunos de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América, como John Adams (1735 – 1826), eran entusiastas admiradores del Justicia, las Cortes y los Fueros de Aragón.

 

En la Convención de Filadelfia (1787) se redactó la Constitución de los Estados Unidos de América. En muchos aspectos, sirvieron de inspiración las instituciones privativas del Reino de Aragón (Justicia, Cortes y Fueros).


¿Y EN ARAGÓN?

Es curioso ver cómo la ejecución de Juan de Lanuza tuvo tal repercusión en Europa y América, que provocaría la idealización de las instituciones privativas del Reino de Aragón y su utilización por ilustrados, republicanos y revolucionarios. Sin embargo, ¿también tuvo esa repercusión en Aragón?

La figura de Juan de Lanuza empezó a rescatarse más tarde que en el resto de Europa, durante el reinado de Fernando VII (1814 - 1833), como símbolo de la traición del Rey a su pueblo. Del mismo modo, en Castilla, se recurrió a la Rebelión de los Comuneros (especialmente Padilla) contra el Emperador Carlos. Lanuza y Padilla se convirtieron en los mártires de los liberales españoles y, por extensión, de todos los opositores a Fernando VII, ya que los dos fueron asesinados por oponerse a la tiranía del Rey.

La deriva absolutista de Fernando VII provocó el hartazgo de sus súbditos.

Durante el reinado de Isabel II (1833 - 1868), Lanuza y Padilla quedaron como héroes exclusivamente de los liberales. Estos, buscando referentes contra la escandalosa corrupción de la monarquía, encontraron en la historia de Aragón los símbolos que necesitaban y las emplearon, como habían hecho anteriormente los intelectuales europeos y americanos, para proponer un cambio de sistema.

Para algunos historiadores, el reinado de Isabel II ha sido el periodo más corrupto de la historia de España.

Braulio Foz, en su Historia de Aragón, de 1850, encontró varios ejemplos que debían guiar la trayectoria política para acabar con el sistema corrupto del reinado de Isabel II. Afirmaba que los Fueros y el Compromiso de Caspe eran un ejemplo del pasado liberal de Aragón, presentaba a Juan de Lanuza como el ejemplo a seguir para acabar con la monarquía y los Sitios de Zaragoza como la actitud deseable en el pueblo, luchando contra el tirano.

Manuel Lasala, publicó en 1865 una Reseña histórico-política del antiguo Reino de Aragón, en la que afirmaba que el Reino de Aragón había sido una monarquía constitucional, con amplias libertades individuales y limitación de poderes. Hacía una lectura política de la historia, proponiendo para el Estado Español el sistema que él creía ver en el antiguo Reino de Aragón.

Como podemos comprobar con estos ejemplos, durante el siglo XIX, los historiadores aragoneses utilizaron a Lanuza y los Fueros especialmente y, también, el Compromiso de Caspe y los Sitios de Zaragoza, para defender un cambio de régimen e incluso justificar posiciones republicanas. Para ellos, el Aragón medieval representaba la libertad y la modernidad, que debía ser imitado para construir la “nueva España que se base en las libertades de la patria”, en palabras del catalán Víctor Balaguer.

Estas ideas fueron duramente atacadas por los conservadores, que veían en ellas la fuente de todos los peligros. A ellos se enfrentó un firme defensor de la historia de Aragón, Joaquín Costa. Para él, “Aragón se define por su derecho, es el rasgo más sobresaliente del carácter aragonés”, llegando a afirmar que “Dos cosas han llegado a donde podían llegar y no pasarán de allí, salvo en dos detalles: la escultura de Grecia y la libertad civil en Aragón.”

 

Joaquín Costa defendió las instituciones privativas del Reino de Aragón como un modelo para regenerar la política.

Pronto, gracias sobre todo a las duras críticas (llegando a ridiculizar a los defensores de Lanuza) de los políticos más conservadores, los intelectuales aragoneses dejaron de utilizar la figura del Justicia como ejemplo para España y empezaron a emplearla para reafirmar la legitimidad nacional de Aragón.

 Nacía así, el primer nacionalismo aragonés.

 

PARA SABER MÁS

Solo hemos nombrado algunos de los más significativos intelectuales que idealizaron la historia de Aragón en Europa y América. Para conocer con más detalle la repercusión del Justicia, las Cortes y los Fueros en la política occidental de los siglos XVIII-XIX, es recomendable consultar este estudio:

MAGONI, Clizia: Fueros y libertades. El mito de la constitución aragonesa en la Europa moderna. (traducción de Antonio Pérez Martín), El Justicia de Aragón, Zaragoza, 2012.

 

Comentarios