Por Javier Bueno Aragüés
La primera referencia escrita que aparece de Aragón como entidad política y jurídica, la encontramos en el cartulario de San Juan de La Peña, en un documento fechado en el año 828. El documento hace referencia a una donación hecha por el Conde de Aragón, Galindo Garcés y el Rey de Pamplona, García Jiménez, al monasterio[1]. Dicha entidad se desarrollará a partir de los territorios que Carlomagno logrará retener al otro lado de los pirineos tras la expedición que realizó a Zaragoza en el año 778. Veamos a continuación como se produjeron los hechos.
La primera mitad del siglo VIII
constituyó un periodo de interminables luchas a ambos lados de los Pirineos.
Por un lado, los francos se sumían en un conflicto interno que llevó a Pipinio El Breve al poder en el año 751. Por otro, cinco años más tarde, en el 756, Abd
Al Rahman I conseguía hacerse con el gobierno de la Península Ibérica, declarándose independiente en
aspectos políticos, del Califato de Damasco.
En el año 768, Carlomagno,
sucedió a su padre Pipinio el Breve como rey de los francos. Bajo su mando, reunió un vasto imperio que no pasó desapercibido para aquellos valíes que, al
otro lado de los pirineos, recelaban del poder de Córdoba. Atendiendo a las
numerosas fuentes sobre el tema de las que disponemos, podemos establecer un relato sin apenas
interpretación, que nos lleve desde la Asamblea de Paderborn, donde se presentaron algunos de estos valíes ante el Emperador para mostrarle obediencia e instarle a intervenir en Hispania, hasta
la llegada a Zaragoza de Carlomagno.
Los Annales regni Francorum dicen
:
“Tunc domnus Carolus rex synodum publicum
habuit ad Paderbrunnen prima vice. Ibique convenientes omnes Franci…Etiam ad
eundem placitum venerunt Sarraceni de partibus Hispaniae, hi sunt Ibin al Arabi
et filius Deiufe et, qui et latine Joseph nominatur, similiter et gener
ejus."
Y una revisión posterior de los
mismos dice:
"Venit eodem in loco ac
tempore ad regis praesetiam de Hispania Sarracenus quidam nomine Ibin al Arabi
cum allis Sarracenis sociis suis, dedens se ac civitates, quibus euro rex
Sarracenorum praefacerat."
También las fuentes árabes nos
hablan de la rebelión de Al Arabi y de la ofensiva de Carlomagno contra
Zaragoza. El Abjar Machmua dice así:
“Aconteció después la rebelión de
Al-Arabi en Zaragoza, en unión con él, Husain ibn Yahya Al Ansari, descendiente
de Saad ibn Obaida… Al Arabi mandó a
Thalaba a Carlomagno, quien obtenido el prisionero, ambicionó también el
dominio de la ciudad de Zaragoza y fue a acampar junto a ella.”
Queda claro por tanto que el año
778, Carlomagno, al mando de un imponente ejército cruzó los Pirineos,
respondiendo de este modo a la solicitud de ayuda hecha por los valíes, desde la
otra vertiente de los Pirineos. No disponemos de nada que nos haga pensar que
el Emperador tenía alguna intención anterior de lanzar una ofensiva de tal
magnitud, pero sí parece claro que la propuesta llegó en el momento preciso, ya
que se habían completado las campañas contra sajones y lombardos. Sin aclarar,
y por tanto objeto de innumerables debates, queda la ciudad de la que eran valíes Ibn al-Arabi y al-Husain, si bien parece ser que el valí de Zaragoza era al-Husain e Ibn al-Arabi lo era de Barcelona. Tampoco aclaran las fuentes
cuáles fueron los puertos pirenaicos utilizados, otro aspecto controvertido
objeto de discusión. Sí parece claro que fueron dos los ejércitos enviados,
característica común de las campañas de Carlomagno y que ambos se encontraron
en Zaragoza, como también que Pamplona mostró su sumisión al paso de los
ejércitos imperiales.
"Luego el señor rey
Carlomagno emprendió el viaje hacia las tierras de Hispania por dos caminos…”[2]
“Superado el paso de los Pirineos
en la región de los vascones y llegado a Pamplona, fortaleza de los navarros,
recibió su sumisión, Luego vadeando el rio Ebro, llegó a Zaragoza.”[3]
“El año 778 de la Encarnación del
Señor, el rey Carlos, movido par las suplicas y las lamentaciones de los
cristianos que estaban en Hispania bajo el yugo de los crueles sarracenos,
entró con su ejército. Pasando fácilmente par Aquitania, saltando por los
collados del Pirineo, llego a la ciudad de Pamplona. Otra parte no pequeña del
ejército de Austrasia, de Borgoña, de Baviera, de Provenza y de Lombardía,
avanzando por Septimania, llego a la ciudad de Barcelona. Toda Hispania se
enterneció ante las innumerables
legiones. Los dos ejércitos se reunieron en Zaragoza, ciudad sólidamente
fortificada.”[4]
A partir de este momento, y
aunque la riqueza de las fuentes es considerable, su contenido difiere en
aspectos fundamentales. Está claro que el rumbo que tomaron los acontecimientos
para el rey tuvo mucho que ver. La llegada a Zaragoza de los ejércitos del
Emperador no obtuvo el efecto esperado. La ciudad no le fue entregada como se
había acordado por lo que decidió ponerle sitio.
El tiempo que ambos ejércitos reales
permanecieron frente a la ciudad no está claro. Analizando con detenimiento las
fuentes, podemos deducir que pudieron estar entre tres y cuatro meses. Quedan
por esclarecer los motivos que llevaron al Emperador a levantar el sitio y
regresar. Muchos son los historiadores que se atreven a realizar contundentes
afirmaciones que, si bien algunas de una lógica indiscutible, no dejan de ser
interpretaciones propias que en ningún caso tienen certeza absoluta. Tan solo
una fuente árabe parece apuntar una explicación admisible.[5] La ciudad ya no se encontraba al mando de quién la prometió al Emperador y tan solo pudo entregar rehenes al rey delante de la ciudad.[6]
Una vez levantado el sitio, de
regreso a tierras francas, los ejércitos del Rey saquearon y destruyeron la
ciudad de Pamplona, que se había entregado a su paso, camino de Zaragoza.
“Pampilona destructa … cujus
muros, ne rebellare posset, ad solum usque destruxit."
“ Y para que no pudiera rebelarse, destruyó sus muros.”
Este hecho, que se ha entendido siempre como una acción
militar cuyo objetivo era evitar que la ciudad se convirtiese en base de apoyo
para posibles ataques, puede tener también otras connotaciones, si atendemos a
determinadas fuentes árabes[7], a través
de las cuales podemos interpretar que hubo un ataque, anterior al que se
produjo en los pasos pirenaicos de sobra conocido, contra la retaguardia del
ejército imperial nada más partir de Zaragoza. Esto habría empujado al rey a
arrasar la ciudad con el fin de elevar la moral de sus tropas y recuperar el
prestigio dañado tras la derrota. En este caso, serían los musulmanes los
responsables de la agresión, aclarando en cierta medida una de las principales
polémicas que suscita la expedición carolingia, desvelar quienes fueron en
realidad los atacantes que derrotaron a los ejércitos imperiales a su regreso.
Las crónicas carolingias que
mencionan la emboscada al ejército franco cuando cruzaba los Pirineos hablan de vascones. La primera versión de los Anales Reales hablan de “Hispani Wascones…”
diferenciándolos de los “Navarri”. Los mismos Anales en una segunda revisión
dicen:
“Habiendo los vascones preparado
una emboscada en la cumbre, atacaron la retaguardia poniendo en gran desorden
todo el ejército…”
A día de hoy la mayoría de
historiadores identifican a estos “Wascones” con los gascones, habitantes de
Gascuña.
Por otro lado, las fuentes árabes
sugieren que fueron los musulmanes quienes atacaron al ejército franco, lo que
ha llevado a muchos autores a interpretar que serían estos musulmanes
quienes lucharon junto a los vascones en
los Pirineos. Algo que, como ya hemos apuntado antes, no tendría cabida si
consideramos que fueron dos ataques distintitos los que se produjeron contra la
expedición de Carlomagno, uno antes de la destrucción de Pamplona, con el
objetivo claro de liberar a los rehenes musulmanes, y otro sobre su retaguardia,
a su paso por los pirineos, llevado a cabo por los vascones.
Otro de los grandes interrogantes
que se plantean y que no resuelven las fuentes, es el lugar preciso donde la
retaguardia comandada por Roldán, fue atacada por los vascones. Conocidos
medievalistas como el profesor Lacarra afirman que el paso de Pamplona a
Francia es Roncesvalles, y por tanto es ahí donde debe situarse la batalla.
Robert Fawtier afirmaba que los hechos se produjeron en el puerto de Velate.
Otros autores, basándose en la descripción que hacen las fuentes sobre la
rudeza del lugar, sugieren otros lugares, como es el caso del profesor Antonio
Ubieto Arteta, para quien los hechos se produjeron el en la Val d´Echo,
mientras los ejércitos imperiales trataban de atravesar los Pirineos por el
puerto de Siresa.
La derrota, aunque dura, no puede
considerarse un fracaso ya que no impidió a los carolingios asegurarse el
dominio de una extensión considerable de terreno al otro lado de los Pirineos.
Es difícil precisar qué territorios quedaron bajo el dominio carolingio, pero
sí podemos afirmar que giraban en torno a los ríos Aragón y Aragón Subordán,
ya que, como hemos mencionado anteriormente, serán el origen del viejo Condado de
Aragón. Del antiguo corónimo visigótico, Terrae Aragonense, que desde tiempos
remotos nombraba a estos lugares, tomará su nombre el viejo condado, para
convertirse, dos siglos después en uno de los reinos más importantes del
medievo, el Reino de Aragón.
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