ARAGONESES EN MAUTHAUSEN

Por Víctor Longares Abaiz


EL CAMPO DE MAUTHAUSEN-GUSEN

El 8 de agosto de 1938, prisioneros del campo de concentración de Dachau fueron enviados al pueblo de Mauthausen, a 20 kilómetros de Linz, para construir un nuevo campo. El campo de Mauthausen nació para suministrar mano de obra esclava a la empresa del oficial de la Gestapo Oswald Pohl, propietario de la cantera de granito de Wienergraben.

El principal trabajo en Mauthausen (que pronto se rodeó de otros campos satélite como Gusen) era en la cantera, de donde los presos sacaban grandes bloques de granito, para transportarlos a la parte superior de una escalera de 186 peldaños. Muchos presos cayeron o fueron arrojados por los kapos (presos comunes, sobre todo polacos, que ejercían de jefes de los grupos de esclavos) al vacío. También hubo presos que, no pudiendo soportar aquel tipo de vida, se suicidaban tirándose ellos mismos. Por eso, el abismo que había a un lado de la escalera era conocido como “Pared de los Paracaidistas”.

 

La Escalera de los Paracaidistas de la cantera de granito.

EXTERMINIO

Aunque era un campo destinado a explotar con mano de obra esclava la cantera de granito y también suministraba trabajadores esclavos a dirigentes nazis y empresarios afines de poblaciones limítrofes, el campo de Mauthausen-Gusen fue también destinado al exterminio de todos aquellos que, por edad o condición física, no pudiesen ser utilizados como esclavos o de todos aquellos que fuesen descubiertos intentando escapar o realizando alguna actividad prohibida en el campo.

Los métodos de exterminio fueron muy variados, finalizando los cadáveres en los hornos crematorios y siendo enviada a la familia una escueta nota informando de la fecha de la muerte del preso.

En Mauthausen-Gusen, además de las múltiples muertes ocasionadas por el trabajo en la cantera, se asesinó en cámaras de gas, por fusilamiento y ahorcamiento. También murieron presos víctimas del hambre y los experimentos médicos. Por último, es importante recordar otro tipo de muertes bastante más cruentas, como ser desangrados o flagelados hasta la muerte o el encierro en celdas de 7 metros cuadrados, donde no recibían ni comida ni agua.

 

Hornos crematrorios de Mauthausen-Gusen

LOS ARAGONESES DE MAUTHAUSEN

En un primer momento, se mandaba a este campo a presos comunes. A partir del 8 de mayo de 1939, se fue enviando a presos políticos. Muchos republicanos españoles habían cruzado la frontera francesa, huyendo del franquismo. Algunos de ellos fueron hechos prisioneros e internados en campos de concentración franceses. Otros fueron enviados a campos como el de Mauthausen, que fue conocido como “El Campo de los Españoles”, por la cantidad de presos de esta procedencia. 7.347 españoles fueron internados en este campo. De estos, 1.015 eran aragoneses. Las autoridades alemanas habían preguntado a Franco qué hacer con estos prisioneros, a lo que el dictador español contestó que no había españoles fuera de España. Por eso, a todos ellos, se les puso en la ropa un triángulo azul (el de los apátridas) con un S dentro (Spanier).

 

Visita de Heinrich Himmler al campo. 

En agosto de 1940 empezaron a llegar prisioneros españoles, provenientes de la Francia ocupada. Hubo que ampliar el campo y fueron ellos los que fueron utilizados como albañiles para esta ampliación, así como para la construcción de campos satélite como el de Gusen. Por eso, un prisionero francés dijo años más tarde que “cada piedra de Mauthausen representa la vida de un español”.

Los españoles pronto se fueron organizando en una trama clandestina que robaba comida y medicamentos en el campo, pero también conseguían información de los oficiales (a través de los presos que trabajaban de peluqueros o fotógrafos). En 1941, ya habían montado una compleja red secreta, que incluso consiguió salvar la vida de algunos presos. A esta red se fueron añadiendo franceses o rusos conforme llegaban al campo.

Cuando los aliados liberaron el campo, fueron recibidos con un gran cartel que rezaba 
LOS ESPAÑOLES ANTIFASCISTAS SALUDAN A LAS FUERZAS LIBERADORAS.

El papel de esta organización fue esencial para el conocimiento posterior de lo sucedido en los campos de concentración. Un ejemplo es el catalán Francesc Boix, que trabajaba de fotógrafo en el campo y consiguió guardar negativos muy valiosos de lo que sucedía en Mauthausen[1]. Sus fotografías sirvieron de pruebas incriminatorias en los juicios de Nuremberg y son esenciales en la actualidad para conocer los crímenes perpetrados en ese campo. También hubo aragoneses que documentaron las atrocidades vividas en Mauthausen. Es el caso del dibujante oscense José Cabrero Arnal, cuyos dibujos retratan con gran crudeza lo que allí vivió. Otro oscense, en este caso escritor, que documentó todo lo sucedido en ese campo fue Mariano Constante Campo, que publicó al salir casi una decena de libros[2] y cuyo testimonio está grabado en un documental[3].

Las historias de algunos de los aragoneses que sufrieron en Mauthausen las dejamos para otros artículos.

Para más información acerca de lo sucedido en Mauthausen, se puede contactar con Amical de Mauthausen y otros campos y todas las víctimas del nazismo en España: https://amical-mauthausen.org/



[1] Su historia ha sido recogida recientemente en una película de Mar Targarona, titulada El fotógrafo de Mauthausen (2018). Hay varios libros que documentan su historia y muestran sus fotografías.

[2] De entre ellos, podemos destacar Republicanos aragoneses en los campos nazis.

[3] Mauthausen, una mirada española, de Aitor Fernández-Pacheco (Chaya Films -Francia- 2008/TVE). 

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