ARAGÓN, EL TERRITORIO QUE DIO ORIGEN A UN LINAJE REAL

Por Javier Bueno Aragüés


Podemos describir la Corona de Aragón como un conjunto de territorios que, aún manteniendo sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas y administrativas, giraba en torno al territorio patrimonial del Reino de Aragón y del Condado de Barcelona; habiendo recaído ambos en Alfonso II, primer rey de la Corona de Aragón, como así se recoge en los testamentos de sus padres Ramón Berenguer IV de Barcelona y Petronila de Aragón.

Explicábamos con anterioridad (La Corona de Aragón nació en Huesca) cómo, además de los territorios mencionados, la unión de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón permitió transferir el linaje de los Sanchos de Aragón al futuro rey, por lo que ambos linajes, aragonés y barcelonés, existieron en la figura de su hijo Alfonso II. Esta cuestión ha generado multitud de comentarios tras la publicación del episodio anterior, por lo que nos vemos en la necesidad de explicarla aquí con más detenimiento.

En primer lugar, para abordar la cuestión debemos de entender que, en la época en la que nos situamos, cuando una mujer se casaba, de no haber un acuerdo sujeto a una norma jurídica diferente, esta entroncaba en la familia del marido con todas las consecuencias jurídicas concernientes a la nueva situación. Existe una ingente cantidad de casos, a lo largo de la historia, en los que podemos observar esta condición. Aquí, por no alejarnos mucho, expondremos  el matrimonio entre Andregoto Galíndez de Aragón y García I Sánchez de Pamplona. En este caso, nos situamos en el Condado de Aragón, cuando todavía no ostentaba la dignidad regia. Andregoto era hija del conde de Aragón Galindo II Aznárez, el cual no tuvo descendencia masculina. En el 925 se acordó su matrimonio con García I Sánchez de Pamplona, cuando la condesa de Aragón aún era menor. Andregoto, como ya hemos explicado, entroncaba de esta forma en la familia de su marido, convirtiéndose desde el momento en que él mismo lo hizo, en reina consorte de Pamplona. Sucedió también, que al haber muerto anteriormente el conde Galindo II, el rey pamplonés Gracia I Sánchez se convertía, al alcanzar la mayoría de edad, en conde de Aragón. De este modo, los Sanchos de Pamplona pasaron a ostentar los derechos del Condado, desapareciendo así el linaje Galíndez de los condes de Aragón. Como no podía ser de otro modo, la descendencia de ambos utilizará el nombre dinástico hasta Sancho III el Mayor, quien le dará continuidad en Aragón a través de su hijo Ramiro I Sánchez, llegando a instalarse en el Condado de Castilla y en el Reino de León a través de otro de sus hijos, Fernando, quien se convirtió en rey al casarse con Sancha de León. De nuevo aquí, en este enlace, observamos cómo se atiende a las normas de la época.

Los casos que acabamos de describir, que como hemos dicho, se ajustan a las normas comunes de la época, nos permiten comparar,  y por consiguiente observar, cómo estas condiciones no se dieron en el enlace entre la reina Petronila y el conde Ramón Berenguer IV. Aquí se estableció una norma diferente que permitió integrar al marido en la casa de Aragón, adscribiéndose al grupo familiar de su esposa. Es por eso que Ramón Berenguer no se intituló rey a la muerte de Ramiro II y se pudo trasferir el linaje de los Sanchos a Alfonso II, lo que le permitió tomar este nombre.

Las capitulaciones matrimoniales establecidas por Ramiro II  se ajustan pues a la norma del derecho histórico aragonés del casamiento en casa. Es esta norma la que nos permite dar respuesta a los sucesos derivados de estos acuerdos, aunque para algunos expertos, algunas partes se explican mejor mediante la figura de la donación propter nuptias, esencial en el derecho aragonés y navarro, ya que, en la donación, se aprecian aspectos usados por los reyes aragoneses a la hora de entregar los honores del reino.

Alfonso II será quien, como afirma D. Domingo Buesa Conde, introduzca un cambio fundamental en la propia consideración familiar, una nueva denominación que irá en consonancia a la grandeza de su nuevo poder, pasando a denominarse Casal d´Aragó, para subrayar mejor una procedencia que hasta entonces, no era necesario hacer explícita. Aragón pasaba a ser el nombre de un linaje que se vinculaba a una tierra. 

Aclaradas las cuestiones sucesorias, nos centraremos en la situación que atravesaba el Reino de Aragón en el momento de la unión. Tener una visión clara acerca de este tema, nos permite rebatir los argumentos que muchos pseudo-historiadores utilizan para colocar a Aragón en una posición de debilidad en dicho momento, con el objetivo claro de redefinir ciertos aspectos para fines puramente ideológicos. El Reino de Aragón, como ya dijimos en el episodio anterior, se encontraba inmerso en una lucha interna por el poder, como consecuencia del testamento de Alfonso I el Batallador, pero no por ello dejaba de ser una potencia militar de primer orden en la Península  Ibérica. Pocos años antes de la donación de Ramiro II en 1137, su hermano Alfonso I el Batallador había derrotado a las fuerzas invasoras almorávides, siendo el único capaz de hacerlo hasta ese momento en la Península Ibérica. Los almorávides suponían una amenaza importante para los reinos cristianos. Habían derrotado, de forma estrepitosa, en dos ocasiones, a Alfonso VI de León. Incluso Ramón Berenguer III, acosado en sus territorios, pidió ayuda al monarca francés Luis VI el Gordo. Alfonso I el Batallador no solo los derrotó, también emprendió una expedición sin precedentes por tierras musulmanas, llegando a poner cerco a Granada. Queda claro por tanto, que Alfonso I el Batallador, no solo dejó un testamento controvertido, también dejó una gran fuerza militar junto a un gran territorio con proyección europea y mediterránea.



Comentarios

  1. Totalmente real. El problema es que hay a quién no le interesa la verdad. La idea de que Aragón era débil y que Ramiro II eligió al Conde de Barcelona, mucho más ¿poderoso?, para salvar el Reino de Aragón, es mucho más agradable para los políticos catalanes. Y así, junto con otras mentiras pueden confeccionar un "idílico Reino de Cataluña".

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  2. Así es. Por eso nos gusta difundir la historia, aunque nos toque recibir críticas por todas partes.

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