Por Alberto Percal
Antes de llegar a Caspe, hubo una andadura nada fácil y sangrienta, con reuniones en los diversos Estados de la Corona.
Ya hemos citado en el anterior Episodio que el primer parlamento reunido fue en Catalunya, en la ciudad de Barcelona. Desde ahí hasta Caspe, hubo muchas localizaciones y reuniones.
En Catalunya se comenzó la organización antes que en Aragón y Valencia. La primera ubicación elegida para las reuniones mantenidas en primera instancia fue la villa de Montblanc, que pasaron posteriormente a Barcelona, porque allí no se sentían seguros “...afirmando que la ciudad de Barcelona siempre había seguido una costumbre de hacer gran perjuicio a las preeminencias y libertades y privilegios de los barones y nobles de Cataluña, más que otra ciudad o villa del principado…”.
Mientras se sucedían estas reuniones, “...los reinos de Aragón y Valencia en tanta división que se tenían había de proseguir el negocio por las armas, asistiendo los catalanes con tanto acuerdo y consejo a platicar de los medios que convenían para introducir esta causa que se determinase por lo que disponían las leyes y la razón y la justicia”.
La división en Aragón era notoria. El primer parlamento general se organizó en la ciudad de Calatayud. Lo mismo sucedió en el Reino de Valencia, donde se discutía entre Vinaròs y Traiguera, mientras por las armas combatían los partidarios de unos y otros.
En Catalunya no todo fue paz, también tuvieron sus diferencias. “Era mucho mayor el movimiento de gente que se juntaba y acudía a la guerra que se hacían el Conde de Pallás (Pallars) y el Obispo de Urgel”.
Los embajadores de Catalunya marcharon a Valencia para mantener allí una tregua y dar sosiego y paz a la guerra que en el reino se mantenía entre los bandos. Con ello, era difícil juntarlos a decidir por la justicia y que nombrasen a sus representantes, pero “… entre ellos (estaba) tan viva y en su fuerza que no se esperaba que los pudiesen reducir a concordia ni aun para que se juntasen, aunque ayudaban en gran manera el obispo de Valencia a los embajadores de Cataluña…” Hubo reuniones en Torrent y Xilvella y al final, lograron que se juntasen en el El Real de Valencia, “...fiesta y cerimonia y hiciéronse buen cogimiento los unos a los otros con mucha cortesía como si hubieran cesado todas sus diferencias…”
Por la intervención del Papa Benedicto y los embajadores de Catalunya, se les invitó a juntarse en Calatayud “...con las personas que enviasen del Reino de Valencia y de Cataluña se deliberasen los medios que convenían para llegar a la declaración de la justicia…”
El 30 de mayo de 1411, se terminó la reunión en Calatayud. De ella se nombraron a nueve personas con el fin de “...que deliberasen sobre los autos y medios que se debían proponer para que se congregase parlamento general de los reinos y principado para tratar del derecho de sucesión”.
En Catalunya se propuso un lugar para celebrar “la congregación general” más cercano a todos los Estados, y está propuesta fue para la ciudad de Alcañiz.
Las disputas no terminaron. Al poco de terminar el parlamento general de Calatayud hubo una muerte de persona importante y provocó que el entendimiento se diluyera y de allí surgieron dos posturas irreconciliables, ya marcadas anteriormente y que, al final, la una terminaría en Alcañiz y la otra en Mequinenza, donde los partidarios de uno y otro pretendiente analizaban y continuaban con las decisiones, la de Mequinenza no obtuvo el beneplácito del parlamento de Catalunya, sito ahora en Tortosa, y poca esperanza les quedó de que, aun intentando en varias embajadas, se mirase como congregación la suya. La respuesta fue seguir el dictado del parlamento de Calatayud y las decisiones allí tomadas, donde los mismos de Mequinenza habían participado. “Poco poder tenía ya el Conde de Urgel, mucho la justicia y ninguno la congregación de Mequinenza… Y así, aquella congregación de Mequinenza se fue desamparando por los ricos hombres de Aragón que asistieron a ella hasta en principio del mes de mayo (1412), y el castellán de Amposta su presidente se fue al castillo de Miravete”.
La última congregación se haría en Caspe donde se trasladaron los nueve compromisarios ya definitivamente elegidos para terminar de decidir. Desde el parlamento de Tortosa se instaba tanto al Conde de Urgell como al castellano a aceptar las decisiones. A este último se le invitaba por enésima vez a que dejase de presionar por la fuerza. “ La gente armada de Castilla estaba tan poderosa y más que el día que entró en Aragón, aunque por diversas partes se hacían muchos insultos; y era cosa nueva y muy pesada tener a la vista y en casa gente de guerra extranjera y compañías de hombres y soldados viejos que andaban en almogavería como si fuera en frontera del reino de Granada, y andar entre ellos algunos ricos hombres del reino, y los más estar encerrados y retraídos en sus castillos; y los pueblos por esto padecían mucha opresión y miseria”.
La publicación de la decisión se ordenó en Caspe para “el 28 de julio de 1412 “(1)
(1) Anales de Aragón. Jerónimo Zutita. Libro 5 - pag 272
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