Por Víctor Longares Abaiz
¿QUIÉN ERA EL REY ARTURO?
El
mito del rey Arturo se basa en la leyenda de un caudillo galés semi legendario,
que derrotó a los bárbaros en Britania, en el siglo V. Esta leyenda se fue
enriqueciendo con el paso de los siglos, mezclándose con elementos celtas y
cristianos. Sin embargo, bastantes estudiosos afirman que gran parte de la
leyenda, tal como la conocemos, podría estar basada en la historia de Alfonso I
El Batallador, rey de Aragón, según algunas investigaciones recientes, como la desarrollada
por el profesor de la Universidad de Cambridge, Richard Rex.
Hasta el siglo XII, la leyenda del rey Arturo se reducía al ámbito local de Gales. En 1136, Geoffrey de Montmouth recopiló diferentes tradiciones (y se inventó detalles), dando forma a un relato en el que ya aparecían personajes como Merlín, Uther Pendragon o Mordred. Esta obra fue traducida al francés y, al saltar al continente, tuvo un gran éxito en las cortes europeas. El escritor Chrétien de Troyes (1130-1183) fue el que introdujo elementos como el Grial o la Mesa Redonda. Las descripciones de la corte artúrica de las obras de estos autores se asemejan mucho a la corte de Enrique II Plantagenet (1133-1189), rey de Inglaterra y duque de Normandía y Aquitania. Y aquí es donde empezamos a encontrar similitudes con Aragón.
CHRÉTIEN DE TROYES Y SU RELATO POLÍTICO
No
podemos extendernos en ello, pero la obra de Geoffrey de Montmouth y la de
Chrétien de Troyes son unas obras políticas al servicio de la Casa Plantagenet.
La relación entre Inglaterra y Aragón era muy estrecha desde los tiempos de Alfonso
I El Batallador (1073-1134). Muchos contingentes de las islas británicas
participaron en las conquistas de ciudades como Barbastro (1063), Zaragoza
(1118) o Tortosa (1148, ya con Ramón Berenguer IV). De esta época provienen
apellidos aragoneses como Inglés, Anglés o Galed (Galés).
Enrique II estaba casado con Leonor de Aquitania (1122-1204), hija de Guillermo de Aquitania (1071-1127), que era duque, pero también trovador y que había participado, junto con Alfonso I El Batallador, en la conquista de Zaragoza. Tanto esta campaña como la corte del rey aragonés fueron cantadas e idealizadas por Guillermo de Aquitania, siendo su hija Leonor quien las llevaría a la corte de su marido Enrique II.
Sin embargo, Aragón e Inglaterra dejaron de ser aliados y, cosas de la política que hace volubles las amistades, se convirtieron en rivales. Por lo tanto, su nombre debía ser disimulado de los cantares épicos. Alfonso Rex totus Cristianorum se convirtió en A-R-T-U-R-O y la estirpe de los reyes de Pamplona et Aragón en la familia Pendragon.
LOS CABALLEROS DE LA MESA REDONDA
Un
elemento introducido por Chrétien de Troyes es la Orden de los Caballeros de la
Mesa Redonda, donde nadie, ni siquiera el rey, ocupaba un lugar preferente y todos se
trataban como iguales. Este hecho tan peculiar se basaba en la relación que los
reyes de Aragón tenían con la nobleza, ya que este reino era el único de toda
Europa, donde los nobles podían tratar al rey como un igual. Aunque sería Jaime
I (1208-1276) quien regularía de manera definitiva las instituciones del
Justicia, las Cortes y los Fueros, en época de Alfonso I ya estaba presente esa
relación de igualdad entre el rey y la nobleza, que sin duda despertaría la
admiración de Guillermo de Aquitania.
PERCEVAL. El conde normando Rotrou III de Perche (o de la Vall de Perche, Perche Vall) era primo del Batallador. Como el Perceval de la historia de Troyes, que obliga a un ermitaño a que le guíe al tesoro (el Grial), nuestro conde fue el encargado de sacar del monasterio al hermano del Batallador, el monje Ramiro, para que aceptase ser coronado rey, a la muerte de Alfonso. No olvidemos que, en estas coronaciones, desde tiempos de Sancho Ramírez (1042-1094), se empleaba el Grial que se conservaba en Aragón y del que hablaremos más adelante.
GALVÁN. Se trata de Gastón IV de Bearn (‘GalBearn’), que era uno de los nobles más poderosos que se unió a Alfonso.
LANCELOT. Este mismo apodo le dieron a Don Pedro González de Lara, al ser nombrado alférez de Castilla, pues recibió una enorme lanza de la que colgaba el pendón castellano. Alfonso I de Aragón se convirtió en rey de Castilla y León por su matrimonio con Doña Urraca de León. Esta unión se malogró y Alfonso encerró a Urraca en El Castellar, siendo rescatada por Don Pedro González de Lara, “Lancelot”. El Lancelot artúrico también rescata a Ginebra de un castillo, donde había sido encerrada por Arturo.
GINEBRA. Según propone esta teoría, se trataría de la reina Urraca de León, ya que Ginebra sería una derivación de Jimena, el nombre de la familia a la que pertenecía.
EL PARZIFAL DE WOLFRAM VON ESCHENBACH (1170-1220)
Wolfram Von
Eschenbach era un caballero y poeta alemán, que escribió el poema Parzifal, de
gran importancia en esta historia.
En 1213, una enorme comitiva llegó a Toledo con el objetivo de pactar el matrimonio de la duquesa Beatriz de Suabia con el futuro Fernando III de Castilla. Con esta representación diplomática viajaba un joven caballero, cuyo nombre era Wolfram von Eschenbach. Años más tarde crearía el poema Parzifal, del que afirmó haberlo escrito basándose en una historia que conoció en ese viaje a Toledo. Parece ser que esta leyenda la escuchó del trovador Guiot de Provins, uno de los artistas predilectos de la corte de Alfonso II El Casto, rey de Aragón (1157-1196). Quizás por este motivo, encontramos más elementos tomados de Aragón:
EL CASTILLO DEL GRIAL. En Parzifal, el autor cuenta que, en los Pirineos, se guarda el Grial en un castillo de difícil acceso llamado Montsalvat, que estaba excavado en la roca. Este castillo lo sitúa Eschenbach en los Pirineos, por lo que investigadores como Michael Hesemann lo identifican con San Juan de la Peña. Ciertamente, ahí es donde Alfonso I mandó guardar el Grial y lo encomendó a la protección de monjes guerreros, al igual que en el poema de Parzifal. Este Grial, según su propia leyenda, habría sido el utilizado por Jesús en la Última Cena y traído a Huesca por San Lorenzo, en el siglo III.
ANFORTAS O EL REY PESCADOR. Según el poema, este rey fue quien mandó proteger el Grial en Montsalvat. Anfortas era el nombre con el que Alfonso I era conocido en Occitania, por una derivación del lema Alfons-Rex, que aparecía en las monedas acuñadas por él. Tras su campaña por Andalucía, donde mandó pescar en el mar, al llegar a la costa, fue conocido también como Rey Pescador.
EL GRIAL SANADOR. En el poema de Parzifal, aparece un rey herido que utiliza el Grial para sanarse. Alfonso también intentó sanar su herida mortal con el Grial.
CAMELOT.
Algunos han identificado Camelot con el castillo de Loarre, dado que es
descrito en ocasiones como un castillo dorado y ese es el aspecto que adquiere
el castillo aragonés al atardecer. Sin embargo, otros investigadores, como Ana
Mafé, defienden que se trata de la ciudad de Jaca, ya que, en provenzal,
Camelot podría traducirse como “Pequeña Chaca”.
AVALON. El rey Arturo fue enterrado en la isla de Avalon. Según algunos investigadores, este nombre proviene del castillo de Montearagón que, rodeado por el río Flumen, parecería una isla en época de crecida. Ahí reposó un tiempo el cadáver de Alfonso.
LA MUERTE DE ARTURO. Tras la muerte del rey, se pierde el reino de Camelot, que deslumbraba en todos los relatos. Es lo mismo que había sucedido con el Aragón de Alfonso, que perdió extensos territorios al morir su rey y a punto estuvo de ser conquistado por los castellanos, de no haberse resuelto el problema de la sucesión al trono.
Arturo representa el modelo ideal de rey cristiano, que vence en todas las batallas contra los enemigos de la fe pero que, sin embargo, no deja descendencia, marcando su muerte el fin de una época. Son muchas coincidencias, que han llevado a algunos historiadores a establecer paralelismos. Investigadores como el alemán Michael Hesemann, el suizo André von Mandach, la valenciana Ana Mafé y el británico Richard Rex han encontrado muchas similitudes entre las historias de Alfonso I el Batallador y Arturo de Britania.
¿Qué os parecen estas teorías? Esperamos que os haya gustado.
Interesantísimo, lástima no saber vender y promocionar nuestra historia como los británicos.
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