Por Víctor Longares Abaiz
SAN JORGE Y LA CRISTIANDAD EUROPEA
En época del emperador Constantino I (306-337), tenemos constancia de la veneración a San Jorge como mártir, llegando peregrinos a su tumba en Lydda (actual Lod, Israel). Allí, se construyó una iglesia en el lugar donde supuestamente descansaban sus restos. Esta iglesia fue destruida en el año 1010.
El 15 de julio de 1099, los cruzados conquistan Jerusalén encomendándose a San Jorge. Por ese motivo, lo convierten en su patrón y reconstruyen la iglesia que había tenido en Lydda, también llamada Diospolis. Esta iglesia volvería a ser destruida en el 1191, por las tropas de Saladino, durante la Tercera Cruzada y volvió a ser levantada en 1872, siendo esta la que permanece en pie en la actualidad.
Los cruzados que regresaron a Europa de la Primera Cruzada, a comienzos del siglo XII, introdujeron en el continente la devoción de San Jorge como miles Christi (soldado de Cristo). De esta manera, coincidiendo con la aparición del código de caballería y del amor cortés, San Jorge se convirtió en patrón de caballeros y soldados y en protector de algunas órdenes religiosas, como la Orden Teutónica o los templarios.
LA BATALLA DE ALCORAZ
En el año 1094, el rey aragonés Sancho Ramírez (1043-1094) dirigía el ataque a la ciudad musulmana de Wasqa (Huesca), que resistían gracias a la ayuda militar recibida del emir de Saraqusta (Zaragoza). Allí murió el rey, siendo su hijo y sucesor, Pedro I (1094-1104), el que conquistaría la ciudad en el 1096. Según la leyenda, el rey Pedro I se encomendó a San Jorge, patrón de los caballeros, quien ayudó a este en el combate y la conquista de la plaza.
Sin embargo, esta leyenda no es contemporánea de Pedro I, sino que se crea en el siglo XIII, en época del rey Jaime I el Conquistador (1213-1276). Debemos sobre todo a Jaime I la devoción a San Jorge, ya que, cuando narra su conquista de Valencia, relata: “Se apareció San Jorge con muchos caballeros del paraíso, que ayudaron a vencer en la batalla, en la que no murió cristiano alguno.” También cuando habla de su conquista de Mallorca, relata que “los sarracenos vieron entrar primero a caballo a un caballero blanco con armas blancas.”
El rey Pedro IV El Ceremonioso (1336-1387) fue también un gran promotor del culto a San Jorge como protector de la casa real aragonesa. Por eso, adoptó como divisa heráldica una cimera con un dragón, jugando también con el parecido entre las palabras ARAGÓN y DRAGÓN. En Valencia, acabaron identificando a ese dragón con un murciélago, animal muy querido allí por mantener a raya la población de mosquitos en las huertas. En el siglo XVII, el dragón fue sustituido oficialmente por un murciélago. Sin embargo, la Comunidad Valenciana mantiene la cimera con el dragón como escudo.
Podemos afirmar que San Jorge
estuvo siempre vinculado a la Corona de Aragón, llegando a convertirse en patrón
del Reino de Aragón (1461). En 1456, las Corts Catalanes ya lo
habían nombrado patrón de Catalunya.
La vinculación de la monarquía aragonesa con el caballero San Jorge la encontramos ya en Pedro II (1196-1213), quien fundó la orden militar de San Jorge de Alfama en un castillo cercano a Tortosa. Su hijo Jaime I, como hemos dicho, potenció aún más esa devoción, fundando cofradías con el nombre del santo por todo el Reino de Aragón.
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