Desde 1923, España estaba gobernada por el dictador Miguel Primo de Rivera, con el consentimiento del rey Alfonso XIII. El dictador dimitió en enero de 1930 y Alfonso XIII colocó en su lugar a otro dictador, el general Dámaso Berenguer. El nuevo dictador quería regresar al régimen corrupto del turnismo del siglo XIX y principios del XX.
La indignación popular iba en aumento y las fuerzas políticas democráticas y republicanas se reunieron en San Sebastián en agosto de 1930. Comenzaron una serie de reuniones en las que decidieron proclamar la República mediante un golpe de estado. Alguien muy activo en este comité revolucionario fue el capitán Fermín Galán, que ya había estado condenado por participar en otro pronunciamiento militar.
La fecha para comenzar la revolución se aplazó en varias ocasiones, acabando fijada el 15 de diciembre. Sin embargo, Galán temía que fuertes nevadas impidiesen los movimientos de tropas a partir del día 15. Además, había recibido un aviso del general Mola, advirtiéndole de que en el gobierno se sabía que estaba detrás de una conspiración. Le emplazaba a una reunión y le comentaba que había querido ponerse en contacto con él por el aprecio personal que le tenía.
A las 5 de la mañana del 12 de diciembre, Fermín Galán sublevó a la guarnición de Jaca, ocupó las sedes de correos, telégrafos y telefonía y la estación de tren y proclamó la República en el balcón del ayuntamiento, donde mandó exhibir la bandera tricolor.
Galán esperaba un gran apoyo del resto de militares del estado, los cuales, sin embargo, prefieren esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. La falta de organización retrasó la salida hacia Huesca, hacia donde sí se dirigieron tropas desde Zaragoza, para frenar a los sublevados. Cuando por fin partieron hacia Huesca, la dificultad de avanzar por los pasos con los vehículos, les retrasó todavía más. Consiguieron llegar a Ayerbe, donde también colgaron la bandera republicana y, al día siguiente, se encontraron con las tropas venidas de Zaragoza en el santuario de Cillas, a 3 kilómetros de Huesca. El ejército de Galán fue derrotado y dispersado, entregándose el capitán a la guardia civil en Biscarrués.
En el consejo de guerra al que fueron sometidos los oficiales el 14 de diciembre en Huesca, Fermín Galán asumió toda la responsabilidad y pidió que se dejase en libertad a sus compañeros. Sin embargo, tanto él como el capitán García Hernández fueron fusilados ese mismo día. El resto de los oficiales fueron condenados a cadena perpetua.
El día 15, al que habían esperado el resto de los compañeros de Galán, se intentó tomar el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, pero no se consiguió.
Estos acontecimientos provocaron una gran ola antimonárquica en todo el estado español, dirigiendo el enfado contra la persona de Alfonso XIII, quien tendrá que exiliarse en abril de 1931, tras el triunfo de los partidos republicanos en las elecciones municipales.
Los capitanes Fermín Galán y García Hernández fueron considerados desde el primer momento unos mártires de la causa republicana. La idealización de los hechos llevó a la popularidad de jotas republicanas como la siguiente:
que no le gusta la monarquía;
que quiere ser republicana,
como Galán y García.
los partidos republicanos no ganaron ninguna votacion,fueron superados ampliamente por los partidos monarquicos,no inventemos datos
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