LA EJECUCIÓN DEL JUSTICIA MAYOR JUAN DE LANUZA

Por Víctor Longares Abaiz


Antonio Pérez había huido a Francia, con la ayuda de los aragoneses. Tras la rebelión acaecida en Zaragoza, Felipe II de Castilla decidió mandar un ejército castellano a imponer su voluntad, anunciándolo a todas las localidades por donde van a pasar.

La Diputación primero y el Justicia después declararon que la invasión del ejército castellano era un contrafuero. El Justicia Mayor Juan de Lanuza ordenó la resistencia contra el ejército invasor extranjero. Pidió apoyo a todos los pueblos y ciudades aragonesas, al igual que a la nobleza. A su vez, solicitó al Principado de Catalunya y al Reino de Valencia apoyo militar.

Al responder al llamamiento del Justicia pocas localidades aragonesas y no obtener respuesta de Catalunya y Valencia, el ejército con el que contaba Lanuza eran los 2.000 hombres con los que se había amotinado en Zaragoza y unos pocos más. En el bando contrario, el ejército castellano estaba formado por 12.000 hombres de infantería, 2.000 de caballería y 25.000 piezas de artillería.

La desigualdad era evidente, por lo que el ejército aragonés se dispersó en Utebo, dejando libre la entrada a Zaragoza. El ejército extranjero de Felipe II sometió la ciudad el 12 de noviembre de 1591.

La represión en Zaragoza fue extremadamente dura, tanto contra los amotinados como contra la ciudad, siendo derribados varios palacios e incluso edificios religiosos. Incluso la iglesia de Santa María del Pilar (actual Basílica del Pilar) corrió peligro de ser derribada para construir un cuartel militar. Solo la intermediación eclesiástica evitó esto. Muchos zaragozanos fueron asesinados y sus viviendas derribadas.

El Justicia de Aragón fue decapitado en la Plaza del Mercado de la ciudad el 20 de diciembre de 1591.

La represión no acabó ahí. El rey convocó reunión de las Cortes Aragonesas el 9 de mayo de 1592, en Tarazona. En estas Cortes no se suprime ninguna institución aragonesa, pero se reforman para asegurarse el rey su control:

 

· El rey podrá nombrar al virrey que quiera, aunque no sea aragonés.

 

· El Justicia estará sometido al rey, de manera que será este quien lo nombre y deponga cuando considere oportuno.

 

· El rey podrá enviar al ejército real sin necesidad de pedir el permiso a ninguna institución aragonesa.

 

· Los oficiales del rey tendrán derecho a intervenir en suelo aragonés para perseguir y capturar criminales.

 

· Las competencias de orden público pasan de depender de la Diputación del Reino a la Audiencia Real.

 

· Se impone la obligación de obtener del rey una licencia antes de imprimir libros o cualquier publicación.

 

· Aragón deberá pagar 700.000 libras jaquesas para que el ejército castellano, presente en Aragón desde las alteraciones de Zaragoza, abandone el suelo aragonés.




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