El 18 de julio de 1936, el sector más reaccionario del ejército, apoyado por la derecha y con el gran apoyo económico y militar del fascismo italiano, se sublevó contra el gobierno de la II República Española. El golpe de estado fracasó y el estado español quedó dividido en dos zonas, una de ellas ocupada por los rebeldes y la otra manteniéndose leal al legítimo gobierno de la República.
Las tres capitales de provincia aragonesas fueron dominadas por los sublevados. Sin embargo, la mitad oriental de Aragón, gracias al apoyo de milicias catalanas y valencianas, consiguió repeler los ataques rebeldes y mantenerse leal al gobierno. Tras un periodo de relativo caos, se constituyó, el 6 de octubre de 1936, el Consejo Regional de Defensa de Aragón que, tras un breve tiempo dirigido desde Fraga, instaló su sede en la ciudad de Caspe, siendo su presidente el conocido anarcosindicalista Joaquín Ascaso Budría.
El Consejo de Aragón fue disuelto violentamente el 10 de agosto de 1937, por orden de Indalecio Prieto. Enrique Líster ocupó violentamente la ciudad de Caspe, detuvo a los miembros del Consejo e impulsó una feroz represión. El gobierno español sentía que el Consejo de Aragón no era obediente y sus logros le hacían sombra. Durante los apenas 11 meses que duró el Consejo de Aragón, los logros fueron evidentes:
- Defendió los intereses de Aragón frente a Valencia y Catalunya, que pretendían usarlo solo como granero.
- Construyó escuelas en varias localidades.
- Activó campañas de lectura, con camiones que recorrían los pueblos dejando y recogiendo libros.
- Implementó una red de transporte muy eficaz.
- Mejoró la producción agrícola, con nuevas técnicas, comprando maquinaria agrícola y colectivizando la tierra.
- Proporcionó comida, ropa, asistencia médica y logística necesaria para los que luchaban en el frente.
- Exportó excedentes al extranjero, a través de Valencia y Barcelona.
El Consejo de Aragón sigue siendo, actualmente, la única experiencia de un estado gestionado según los principios del anarquismo libertario. Sus logros continúan admirando a los historiadores.
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