Por Víctor Longares Abaiz
El pintor aragonés Francisco de Goya y Lucientes (1746 – 1828) genera diversas polémicas en torno a su figura. Esto se debe tanto a su azarosa vida como a su prolífica, diversa y, en ocasiones, enigmática obra. Un aspecto que genera encendidos debates es su postura ante las corridas de toros. Algunos quieren zanjar el tema alegando que fue novillero y participó en varias corridas.
Sin embargo, no es tan sencillo, ya que Goya experimenta una evolución personal, política y artística. Por eso, el Goya que pintó El quitasol (1777) cambió en muchos aspectos hasta llegar a pintar Dos viejos comiendo sopa (1823). Basten estos dos ejemplos para ver cómo el artista experimentó a lo largo de su vida una gran transformación.
Por eso, pretendemos analizar aquí la postura de Goya ante el arte del toreo, en el momento en el que lleva a cabo la serie de grabados conocida como Tauromaquia (1816). Se trata de 33 grabados (y algunos más que el pintor no incluyó en la serie oficial) en los que se observa una gran tensión y dramatismo entre el hombre y el toro, en un lance donde la única salida es la muerte.
Es
cierto que se emplean estos grabados para decorar salas de ambiente
taurino y que se les suele considerar como una exaltación de esta fiesta. Sin
embargo, la intención de Goya era bien diferente. En la
época, se vendían bastante las estampas taurinas, siendo muy apreciadas las de
Antonio Carnicero. Se trata de unas estampas que idealizan la fiesta de los
toros y que nada tienen que ver con las de Goya. Tal como indica el Museo del
Prado en su web (1), la serie de Goya fue un fracaso de ventas, ya que los aficionados a las
corridas de toros coleccionaban estampas donde la figura del torero era casi heroica,
como sucede en las del citado pintor Carnicero. Las imágenes que presenta Goya nos
enfrentan a la tensión, el dolor y la muerte de una manera muy cruda. El
público de la época lo entendió perfectamente y no quiso comprarlas. Aquí se puede comparar una estampa de Carnicero, con una de Goya, para entender cuál de las dos idealiza la fiesta de los toros.
Por eso, debemos incluir a Goya en el grupo de ilustrados que rechazaban la fiesta de los toros, como Jovellanos o Vargas Ponce. También debemos tener en cuenta que sus protectores, Manuel Godoy y Carlos IV, la rechazaban totalmente. Así, este monarca prohibió las corridas de toros en 1805. Entendido esto, es fácil comprender que Goya no pretendió exaltar ni homenajear esta fiesta. De haberlo hecho, no habría presentado escenas llenas de crueldad y bajeza humana. (2)
Vamos
a fijarnos en algunas estampas en concreto, para observar que no existe ni
exaltación ni idealización del arte del toreo y, mucho menos se aprecia el
gusto del pintor por esta fiesta.
En
esta imagen, podemos observar a dos toros, a los que el autor dota de la
dignidad que elimina de todos los seres humanos presentes. El grupo de gente del
fondo muestra auténtica cobardía ante el animal, mientras que el torero tiene
por cara una grotesca mueca. Quizá esta obra no ha sido de las más utilizadas
para decorar los locales taurinos, precisamente por estos detalles.
Aquí
tenemos otra estampa, en la que solo se muestra espanto y no hay ningún
rastro de diversión entre los participantes. Por eso, es muy difícil pensar que
el pintor la realizase como divertimiento personal (algo que se ha llegado a
afirmar). Tampoco podemos defender que esta obra exalte el arte del toreo.
Cuando
se realizan estampas taurinas con la intención de decorar salones o exaltar la
fiesta, incluso las cogidas de toreros se muestran de un modo bastante
honorable y heroico. Todo lo contrario vemos aquí, donde la muerte llega al
público de la plaza, algo completamente único en las estampas de tema taurino.
Así, no podemos pretender ver en la Tauromaquia de Goya una defensa de las corridas de toros, como tampoco los Desastres de la guerra (1810 – 1815) son una exaltación del heroísmo del pueblo español. Estas dos interpretaciones han sido empleadas desde la segunda mitad del siglo XIX, por el nacionalismo español, para intentar mostrar en la obra de Goya algo totalmente alejado de sus intereses. Como podemos ver en estas imágenes, Los Desastres de la guerra no exaltan ni a franceses ni a españoles, sino que critican y lamentan la actitud de ambos en ese conflicto.
Una de las excusas que se ha empleado para justificar esta crudeza ha sido que Goya pintaba todo de esta manera en esta etapa de su vida. Esta justificación menosprecia el arte del genio aragonés, al insinuar que ya no era capaz de realizar obras hermosas o mostrar ternura hacia los seres humanos en sus cuadros. Basta observar dos obras suyas, más tardías que la Tauromaquia, para comprobar que no es cierto. En La comunión de San José de Calasanz (1819), Goya muestra con dignidad tanto al santo como al sacerdote que le da la comunión. Es importante comparar las personas que se encuentran en segundo plano, a las que trata con dignidad y ternura, en contraste con los populachos que encontramos en las estampas de la Tauromaquia.
Un
año antes de su muerte, en 1827, Goya pinta La lechera de Burdeos. Según esta
teoría que acabamos de exponer, el cuadro debería mostrar decepción y amargura,
tal como lo hacen las estampas de la Tauromaquia. Sin embargo...
Basta con observar estas dos obras un poco para darnos cuenta de que Goya no se convirtió en un viejo amargado que odiaba a todo el mundo, sino que contaba con diferentes registros. Si realizó la Tauromaquia o los Desastres de la guerra con tanta dureza, fue por el rechazo que le producía lo tratado en esas estampas. Y precisamente todo lo contrario encontramos en estas dos obras mostradas.
Podríamos seguir poniendo ejemplos y analizando una a una las estampas de la Tauromaquia, tarea que presenta de manera excelente la web del Museo del Prado, donde están perfectamente explicadas todas ellas.
Ozvan Bottois, doctor en Historia del Arte (Université de Bourgogue) y miembro del CREC (Centre de Recherche sur l´Espagne Contemporaine) de l´Université Paris III Sorbonne Nouvelle, ha estudiado el caso y realizado sobre la Tauromaquia de Goya una interesante tesis (3), en la que explica que "Goya critica la violencia bárbara de la fiesta. (...) A través de la Tauromaquia, Goya advierte de los peligros de la violencia incontrolada que conduce a la deshumanización, como hacía paralelamente con los grabados de los Desastres de la guerra."
Acabamos con la opinión de Manuela Mena. La que ha sido jefa de Conservación de Pintura en el siglo XVIII y Goya del Museo del Prado es reconocida a nivel mundial como la mayor experta en la obra de Goya. Respecto a la Tauromaquia, afirma que "Goya se manifiesta como el ilustrado que era, contra la violencia de los hombres que contrasta con la fuerza y nobleza de los animales. Las composiciones se sitúan en el ámbito crítico y dramático de los Desastres de la guerra, y el artista se hace eco en ellas del debate sobre la legitimidad de la tauromaquia que existía en la sociedad ilustrada." (5)
(1) Museo del Prado. Goya en el Prado. Tauromaquia: https://www.goyaenelprado.es/obras/lista/?tx_gbgonline_pi1%5Bgocollectionids%5D=28
(4) Goya, ¿pionero del movimiento antitaurino. El País, 26 de abril
de 2016. Enlace: https://elpais.com/cultura/2016/04/25/actualidad/1461597644_989284.html
(5) El Museo del Prado insiste en que Goya era antitaurino. Qué hay de cierto. Revista Aplausos: https://www.aplausos.es/noticia/51740/reportajes/el-museo-del-prado-insiste-en-que-goya-era-antitaurino-que-hay-de-cierto.html
Estoy de acuerdo con todo lo que se dice y me parece que ademas esta muy claro y hay mucho experto que tienen una opinion unanime. Que grande es Goya. Gracias por vuestros episodios.
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