SARAQUSTA (ZARAGOZA) FUE UNA CIUDAD PRÓSPERA, PERO MUY REBELDE AL PODER CENTRAL

Por Víctor Longares Abaiz


SARAQUSTA, COMO CIUDAD DE FRONTERA
Los musulmanes habían ocupado la inmensa mayoría de la Península durante el siglo VIII. El antiguo reino visigodo se convirtió en una provincia del Califato Omeya, cuya capital era Damasco. En los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, no controlados por los musulmanes, se refugiaron grupos de cristianos, divididos en numerosas entidades independientes y en guerra entre sí. Por eso, al principio no fueron un gran problema para los musulmanes. El poder político de estos se encontraba en Córdoba, desde donde intentaban mantener unidos todos los territorios musulmanes.

Al-Andalus fue, durante un tiempo (750 - 1018) , la primera experiencia experiencia de unidad de la Península.

En torno al año 750, para hacer frente a la amenaza cristiana que se empezaba a materializar con el apoyo de los francos, se creó la Marca Superior (at-tagr al-a´la en árabe), como provincia fronteriza muy militarizada, en la zona noreste de la Península. En esta zona se establecieron gran cantidad de yemeníes, siendo de este linaje los gobernadores de los primeros años.

Saraqusta era el centro urbano más importante de la Marca Superior de Al Andalus, extendiéndose su influencia política, económica y cultural por gran parte del territorio de lo que hoy son Aragón, Catalunya y País Valenciano, además de zonas de las actuales provincias de Soria, La Rioja y Guadalajara. Saraqusta se convirtió en el núcleo central en torno al que se vertebraba todo el territorio de la zona. Se estructuró un gran espacio, en torno al cual fueron surgiendo varias poblaciones, empujadas por la fortaleza económica de Saraqusta.

La influencia política y económica de la ciudad de Saraqusta supusieron un grave problema para el centralismo cordobés.

En el año 755, Abderramán I se proclamó emir independiente en Córdoba, siendo Saraqusta una de las ciudades más importantes de su reino. Enfrentado a la revuelta de muchos gobernadores locales que no aceptaban su poder, Abderramán I busca ayuda en Carlomagno, regalándole Saraqusta a cambio de su apoyo. Carlomagno llegó a la ciudad para tomar posesión de ella en el año 778, acampando en lo que hoy es la Plaza Europa. Sin embargo, los zaragozanos se negaron a aceptar esta transacción y, tras un fallido asedio a la ciudad, Carlomagno tuvo que regresar con las manos vacías, sufriendo una humillante derrota en una emboscada en los Pirineos.


SARAQUSTA, CIUDAD REBELDE
Sofocadas las revueltas en el sur, Abderramán no olvidó la insubordinación de Saraqusta y vino a sitiar la ciudad, sin éxito. En el año 781, Husayn ibn Yahya proclamó la independencia de Saraqusta. En el año 784, Abderramán I volvió a asediar la ciudad con un ejército mucho más numeroso, consiguiendo entrar en Saraqusta al abrir una brecha en la muralla. El gobernador de Saraqusta fue decapitado y se colocó en su lugar a un funcionario cordobés, llamado Alí ibn Hamza. Sin embargo, los zaragozanos volvieron a rebelarse en el año 786, volviendo a proclamar la independencia, colocando como emir a Matruh, que acabó siendo asesinado por sicarios del emir de Córdoba. Durante los próximos años, volvió a haber varios intentos de independencia por parte de Saraqusta, siendo muy notable el del año 798, a manos de Bahlul ibn Mazuq, siendo Saraqusta y el amplio territorio que controlaba un auténtico problema de orden interno para los emires de Córdoba.

En el siglo IX, volvieron las guerras contra el emirato de Córdoba, cuando la familia Banu Qasi extiende su poder por el Valle del Ebro entre los años 852 y 862. Las tropas de Córdoba saquearon los cultivos de los alrededores de Saraqusta en el 878 y el 879, intentando sin éxito doblegar a los zaragozanos. Al contrario, los Banu Qasi se adueñaron de toda la Marca Superior, rechazando depender de Córdoba.

En el año 912, subió al trono Abderramán III, quien continuó con los ataques a Saraqusta, sometiéndola en el 915 y colocando a un gobernador fiel a él, Muhammad, a quien sucedería su hijo Hasim en el 925. Ambos reprimieron cualquier intento de sublevación de Saraqusta o de las poblaciones de la zona.


LA REBELIÓN CONTRA EL CALIFATO
En el año 929, Abderramán III se proclamó califa. Esto significaba que ya no ostentaba solo el poder político y militar sino también el religioso. Por ello, exigió la sumisión total a todos los gobernadores. El gobernador de Saraqusta, Muhammad, hijo de Hasim, se negó a depender del nuevo califa, dejando de pagar impuestos en el año 934.

Estatua de Abderramán III en Cadrete, mandada retirar en el 2019, ante la insistencia de VOX.

Abderramán III no estaba dispuesto a renunciar a la gran contribución que suponían los impuestos de la Marca Superior. Así que, decidió asediar Saraqusta y hacerlo con mucha más fuerza que sus antecesores. En el año 935, Abderrmán III comandó personalmente un gran contingente militar al norte, donde construyó fortalezas cerca de Saraqusta, como la de Qadrit (Cadrete) o la de Al-Marya (María de Huerva). Tras cien días de asedio, el califa regresó a Córdoba, dejando al mando a su hombre de confianza, Ahmad Ibn Ishaq Al-Qurasi, con la orden de no ceder en la dureza del asedio. Como el conflicto se estancaba, en el año 936, Abderramán III regresa con muchas más tropas para endurecer el sitio a la ciudad. La guerra contra Saraqusta se prolongó hasta el año 937, tras un duro asedio y dolorosos saqueos en toda la zona por parte de los ejércitos cordobeses. Saraqusta se sometió el 23 de noviembre del 937, exhausta y sin posibilidad de aguantar más el hambre, la guerra y el asedio.

Saraqusta se humillaba y sometía al centralismo cordobés, después de dos siglos de resistencia. Pero ese sometimiento apenas duró un siglo. En el año 1018, el noreste peninsular consigue independizarse definitivamente, creando la poderosa taifa de Saraqusta.

Abderramán III dirigió desde el castillo de Qadrit (Cadrete) el asedio a Saraquesta de 935-937.

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