Por Raphael de la Ghetto
No es algo muy conocido,
pero Aragón, al igual que el resto de los reinos ibéricos de la Península
Ibérica y al igual que Al Ándalus, fueron reinos que poseían esclavos. Lo
habían sido desde los tiempos de Roma y en algunos casos antes aún. Si bien hay
grandes diferencias con la sociedad esclavista romana y la esclavitud tal y
como se entendía durante la Edad Media tanto en las zonas cristianas como en
las zonas musulmanas.
La sociedad romana era
totalmente esclavista, pues basaba su civilización en la mano de obra y
servicio de parte de esclavos. Con la caída del Imperio Romano las actitudes
van cambiando de forma gradual. En la etapa de los godos y el desarrollo de la Alta Edad Media se dan los primeros cambios de la sociedad romana a la sociedad
feudal medieval. También la esclavitud peninsular durante la Alta Edad Media
era diferente de la romana y de la islámica. En raras ocasiones existieron las
grandes concentraciones de esclavos y en ninguno de los reinos había nada
parecido a una sociedad esclavista, ya que el trabajo, tanto urbano como rural,
era libre o semilibre. Principalmente, los esclavos eran trabajadores
auxiliares de trabajadores libres o personal laboral destinado a tareas
temporales, rasgo fundamental que distinguió la esclavitud peninsular medieval
de la romana, en la que se organizaban mediante cuadrillas de esclavos.
Otro factor la diferenció
asimismo de la esclavitud islámica durante el mismo período fue el número
limitado de tareas que estos realizaban. No se empleaban con fines militares y
los eunucos eran prácticamente inexistentes. No se solían emplear esclavos como
agentes comerciales y las esclavas tenían una función doméstica, nada que ver
con la función de concubinas y entretenedoras que tenían en la España islámica.
Además, gozaban de una posición prominente. Llegando en ocasiones a casarse con
sus señores. De esta forma, aunque la esclavitud tuvo una presencia constante
en el Aragón cristiano medieval y una historia ininterrumpida, la institución
sólo funcionó de forma restringida. Los esclavos no se dedicaban solamente a la
agricultura, sino que también eran empleados domésticos, pastores o artesanos.
Durante la etapa romana,
la clásica villa o latifundios eran trabajados en su totalidad por partidas de
esclavos dirigidas por capataces trabajando para su señor, dedicando el terreno
a uno o más cultivos. En el período de transición de los latifundios
tradicionales, los propietarios reemplazaron a los esclavos por arrendatarios
que podían ser campesinos libres (coloni) u otros que antes eran esclavos
(servi casati). En esta etapa de transición del fin del Imperio a la Alta Edad Media, los esclavos rurales pasaron a ser libres o semilibres, aunque
sujetos por diversos grados de dependencia a los señores laicos o a la Iglesia.
Esto fue así a lo largo de toda la franja septentrional de la Península, desde
la región catalana al Este, hasta Galicia al Oeste.
Los propietarios de
latifundios con sólo reducidos mercados disponibles para su producción agrícola
hicieron sus haciendas lo más autosuficientes posible, con la partición de las
tierras en pequeñas parcelas. De esta forma las familias se reproducían y
criaban a sus hijos en técnicas agrícolas, liberando al propietario de la
compra de esclavos y de la manutención de los hijos de sus trabajadores. Más
aún, estos le debían pagar un arriendo por sus parcelas y trabajar parte de la semana
o mes y durante alguna etapa del año en las tierras privativas del señor,
llamadas heredad o reserva. Esto se hacía en las etapas de
máxima actividad agrícola: la arada, la siembra y la cosecha. De esta forma los
esclavos dejan de ser útiles en el campo para pasar a tomar un lugar más cómodo
dentro de la casa, siendo parte del servicio doméstico del señor. También
elimina la necesidad de capataces, puesto que cada pequeño arrendatario vigilaba
más eficientemente la productividad de sus tierras. El propietario se quitaba
costes administrativos y los trabajadores pagaban una renta en especie con
parte de su cosecha procedente de sus parcelas.
Con el tiempo, descendientes
de esclavos y arrendatarios libres se casaron entre sí, formando una clase
uniforme de trabajadores dependientes, denominados generalmente siervos (palabra
derivada del latín servus, esclavo).
Estos no eran verdaderos esclavos, pero no tenían libertad de movimientos ni
podían abandonar las tierras de su señor sin el permiso de este.
Por otra parte, en la
Europa medieval existían campesinos puramente libres, aquellos que tenían
propiedades alodiales, libres de cargas señoriales, que todavía poseían esclavos
o que podían permitirse el lujo de adquirirlos.
Durante la conquista
musulmana, los cristianos se refugiaron en los altos valles pirenaicos, donde
podían defenderse fácilmente de los ataques musulmanes. Debido a la topografía,
estas tierras no eran aptas para la producción de grano por lo que los primeros
habitantes se dedicaron a la caza, a la pesca y a la cría de cerdos y otros
animales de granja. Estos lugares no admitían una gran población y a partir del
siglo X hubo una emigración de las montañas hacia el sur, creándose grandes
haciendas, señoríos laicos y eclesiásticos.
Durante este período y a
través del siglo X, el Reino de Pamplona y Aragón (un condado por aquel
entonces), comenzó a desplazarse hacia el sur desde los valles montañosos. En
esas zonas nuevas se fundaron poblaciones que mayormente, fueron entregadas a
nobles junto con sus tierras aledañas. Nobles y monasterios también tendieron a
hacer latifundios.
Los esclavos cada vez atendían
menos las labores agrícolas y pasaron a ser artesanos y a
especializarse en diversas tareas. Se había vuelto demasiado caro emplearlos
como trabajadores agrícolas, los cuales podían contratarse a un precio muy
inferior entre libres y pobres. El siglo X marca un cambio de tendencia en la
esclavitud aragonesa, que dejó de ser predominantemente rural. Comienza un
fenómeno urbano que continúa hasta los inicios de la Edad Moderna,
transformación que tuvo origen en las preferencias de los propietarios de
tierras, como en la de los esclavos cristianos, que fueron recibidos en las
ciudades cristianas recientemente establecidas.
Aunque de esta etapa hay
pocas evidencias en el Reino de Navarra, se cuenta con muchos más datos de la Corona
de Aragón. En el Reino de Aragón, los
métodos de esclavización eran similares a los empleados por castellanos, como
puede ser, la captura en la guerra. El fuero de Teruel muestra la forma en que
eran distribuidos los cautivos después de alguna victoria. Se les tenía en
custodia y les clasificaba: algunos serían canjeados por prisioneros cristianos
y los otros esclavizados. El rey recibía la quinta parte y los miembros de la
expedición, un número de esclavos que variaba según la posición social del
vencedor y sus acciones en campaña.
PARA SABER MÁS
"Historia
de la esclavitud en España" William D. Phillips, Jr. pp 105-112.
"Les
esclaves à Cordoue au début du XVIIe siècle", (1600-1621): Provenance
et condition sociale (tesis), Universidad de Toulouse-le Mirail, 1975, pp. 105,
106, 141-146; véase del mismo autor, "Le esclaves à Seville au début du
XVIIIe siècle" (memoria de licenciatura), Universidad de Toulouse-le
Mirail, 1970.
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