EL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS Y ZARAGOZA

Por Víctor Longares Abaiz



CRISIS Y COLAPSO DE LA MONARQUÍA HABSBURGO
La década de 1640 supuso para el monarca Felipe III de Aragón (IV en Castilla) el peor momento de su reinado. El 5 de octubre de 1644, había fallecido la reina, Isabel de Borbón.


Nacido en 1629, el príncipe Baltasar Carlos (aquí retratado por Velázquez) era el heredero de la monarquía.

La aflicción por la pérdida de su esposa le vino en la peor época de la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648) y en medio de la Guerra de Independencia de Holanda (1568 – 1648). Además, desde 1635, Francia le había declarado la guerra, consiguiendo ocupar Catalunya en 1645. Portugal también se había sublevado en 1640 (consiguió la independencia definitiva en 1668). Los enfrentamientos contra los ingleses iban creciendo, hasta que el monarca castellano se ve inmerso también en una guerra contra Inglaterra en 1655. A estos problemas exteriores se añadieron graves rebeliones internas en Nápoles, Andalucía y Aragón.

Felipe III de Aragón (IV en Castilla)

Parecía que el rey estaba en guerra contra toda Europa, a la vez que padecía una gran crisis económica. Este cansancio bélico del reinado de Felipe III de Aragón (IV en Castilla) lo reflejó muy bien el pintor de la Corte Diego de Velázquez, en su obra dedicada al dios de la guerra, Marte (1638). El pintor sevillano no muestra al dios heroico y vencedor como solía representarse. Por el contrario, pintó un personaje ridículo, desnudo y cansado, con las armas por el suelo, que simbolizaba el colapso de la monarquía.

El dios Marte, pintado por Velázquez en 1638, es una alegoría del agotamiento que sufría la monarquía.

EL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS EN ZARGOZA
El rey decidió entonces que tenía que ganarse el favor de los aragoneses. En guerra contra Francia y con el rey francés Luis XIII habiendo ocupado Catalunya ese mismo año, su esperanza era mantener la fidelidad de Aragón y poder dirigir de cerca la guerra en territorio catalán. La estrategia del rey fue hacer que su hijo, el príncipe Baltasar Carlos, de 16 años de edad, jurase como heredero en La Seo de Zaragoza. 

Por eso, la Corte se trasladó a Zaragoza en 1645, alojándose el heredero en el hoy desaparecido convento de San Lázaro. La presencia de la Corte en Zaragoza suponía un gran alivio a la economía de la ciudad, ya que las exhaustas economías locales podían beneficiarse de la plata real que dejaban los excesos de la monarquía.

El 20 de agosto de 1645, Baltasar Carlos juraba como heredero en La Seo de San Salvador de Zaragoza. No se permitieron grandes festejos pues la familia real mantenía luto por el reciente fallecimiento de la reina. Sin embargo, sí que supuso varios días de festejos en la ciudad.

La Corte se mantuvo en Zaragoza, desde donde el rey dirigía las múltiples guerras que sus ejércitos mantenían, pero pudiendo observar desde la cercanía la guerra en Catalunya contra los franceses. Parece ser que el príncipe le cogió bastante simpatía a Zaragoza, así como a las zaragozanas, siendo famosas sus escapadas para visitar a algunas de ellas. Por esto, le propuso a su padre que la Corte se trasladase a esta ciudad de manera permanente.

Retrato del príncipe Baltasar Carlos, realizado en 1645 por Juan Bautista Martínez del Mazo, tras su jura como heredero.

MUERTE DEL PRÍNCIPE
Sin embargo, las desgracias no habían acabado para el rey. El 5 de octubre de 1645, se cumplía el aniversario de la muerte de la reina, Isabel de Borbón. Baltasar Carlos asistió, junto a su padre, a los actos en su memoria en la catedral. Esa misma noche, se puso enfermo y falleció unos días después, el 9 de octubre.

Había muerto la esperanza de la monarquía. La Corte regresaba a Madrid. El próximo rey sería Carlos II el Hechizado, que no pudo tener descendencia, lo que provocaría la Guerra de Sucesión entre la Casa de Habsburgo y la Casa de Borbón (1701 – 1715) y desembocaría en la ascensión al trono de Felipe V, el primer rey Borbón, que acabaría con la Corona de Aragón, sus fueros, sus instituciones y sus libertades.

No sabemos qué hubiese pasado si el príncipe que quiso trasladar la Corte a Zaragoza hubiese sido rey. Lo único que tenemos claro es que la historia habría sido bastante diferente.

Una muestra del cariño que le cogió Baltasar Carlos a esta ciudad es el cuadro que encargó al pintor Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez. La Vista de Zaragoza representa el paisaje que Baltasar Carlos observaba desde una de las ventanas de sus estancias en el convento de San Lázaro. Baltasar Carlos no pudo ver acabado este cuadro, que el pintor finalizó en 1647, ya fallecido el príncipe.


Juan Bautista Martínez del Mazo plasmó en su Vista de Zaragoza, en 1647, el paisaje que Baltasar Carlos podía ver desde su ventana, durante su estancia en Zaragoza.

Los zaragozanos dijeron que Baltasar Carlos “había dejado su corazón en la ciudad”. Aparte de lo sugerente de la expresión, se basaba en una anécdota totalmente real. Tras su fallecimiento, se decidió que el corazón del príncipe se depositase, dentro de una caja de carmesí con un galón de oro, en el altar mayor de a Seo de Zaragoza, donde puede verse actualmente. El cuerpo sería trasladado al Panteón del Real Monasterio del Escorial.

El corazón del príncipe Baltasar Carlos está enterrado en el lado del Evangelio del Altar Mayor de la Seo de Zaragoza.





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